Las Rentas Básicas. El modelo fuerte de implantación territorial. José Iglesias Fernández
PARTE II: LOS IMPACTOS DE LA RENTA BáSICA
LOS CANIBALES
A comer!!
Otra vez los soldados por aquí.
Otra vez nos quedamos sin comer.
Otra vez la violencia viene a mí,
Otra vez tengo que sobrevivir.
Voy a robar tu comida,
voy a vender tu fusil.
Otra vez el zumbido de un avión,
Otra vez nos tenemos que escapar,
Otra vez el sonido del terror,
Otra vez escondido en un rincón.
Voy a robar tu comida,
voy a vender tu fusil.
Me voy a comer un soldado,
Voy a llenarme de ti.
Si tu cultura es superior
es porque tus razones disparan mejor.
Otra vez sucia mafia militar,
Otra vez contra población civil,
Otra vez balas y prostitución,
Otra vez nos van a civilizar.
CAPITULO 4.- HACIA UN NUEVO SISTEMA DE RELACIONES LABORALES
Todo trabajo debe dejar un excedente. Proudhon
En
esencia, la producción capitalista es producción de plusvalor. La
característica distintiva del trabajador
es la producción de plusvalor. De aquí que ser trabajador productivo no
constituya ninguna dicha,
sino una maldición. Karl Marx
El mercado de trabajo (MT) es el lugar donde se compra y se vende la mercancía fuerza de trabajo. Al MT acuden aparentemente "dos poseedores de mercancías igualmente autónomos: el poseedor de mercancía capital y el poseedor de mercancía fuerza de trabajo". A las reglas practicadas por ambos grupos, unas veces dominadas por una filosofía de contestación, y otras por una negociadora, se las ha denominado sistema de relaciones laborales. El primero se caracteriza porque, entre sus objetivos, aspira a transformar el sistema; el segundo por negociar algunas de las desigualdades que afectan a los trabajadores, pero sin cambiar el sistema.
Pero esta supuesta igualdad autónoma para comprar y vender fuerza de trabajo es jurídica,[1] no económica. Porque, como hemos explicado anteriormente, "el capitalismo reposa en la explotación del trabajo, aunque formalmente libre". Porque "los capitalistas han convertido a los trabajadores en proletarios y sus condiciones de trabajo en capital" (Marx, 1975a, 924-961). Se comprende entonces desde el principio "que el obrero, despojado de los medios de producción, está privado también de los medios de subsistencia, y que, a la inversa, un hombre que está privado de los medios de subsistencia, no pueda crear medios de producción alguno" (Marx, 1971, 35). Insistiendo, y para comprender que se dilucida en el MT, "no es que el obrero (pueda) comprar medios de subsistencia y medios de producción, sino que los medios de subsistencia compran al obrero para incorporarlo a los medios de producción".
En el capitalismo, una persona sin otros medios de subsistencia más que su trabajo, por ser libre, en principio, puede negarse a vender su fuerza de trabajo a un empresario concreto, pero no podrá eludir de forma permanente a la clase capitalista de quien depende la compra /venta de su fuerza de trabajo que le proporciona los ingresos indispensables para el bienestar de él y su familia, ámbito donde se produce y reproduce diariamente la fuerza de trabajo que ha de aportar al mercado.
La situación de los trabajadores asalariados respecto al capital en el mercado de trabajo, ha sido siempre muy desigual. El trabajador necesita de su trabajo para subsistir mientras que el capital, aunque también necesita del trabajo como un todo, dispone de muchos trabajadores entre los que elegir.[2] Esta diferencia se ha acentuado enormemente en la actualidad, cuando la tecnología moderna permite a las empresas operar en el mundo entero buscando costes más bajos y, al mismo tiempo, proporciona sistemas técnicos de producción que requieren cada vez una menor aportación del trabajo directo. La asimetría, la diferencia de poder real entre el capital y el trabajo es enorme y creciente.
A ello ha de añadirse la influencia de la política económica. Los estados modernos y de las instituciones que se configuran a nivel internacional, bajo la égida de las poderosas empresas transnacionales, son elementos esenciales en el modelo de acumulación capitalista transnacional que configura la globalización. Ello lleva a los estados y las instituciones internacionales a impulsar y facilitar una política económica esencialmente neoliberal, entre cuyos elementos destaca el diseño y ejecución de una política laboral dirigida a hacer del trabajo una mercancía barata (austeridad salarial), totalmente elástica (flexibilidad laboral), manejable (desregulación y debilitamiento sindical) y desechable (paro).
Desde la crisis de los setenta, se está asistiendo a un profundo deterioro de las condiciones del mercado laboral en los países ricos.[3] Bajo el eslogan de la competitividad global, el poder del capital privado y la legislación laboral están reconduciendo las relaciones laborales a obtener un aumento de beneficios y un deterioro de las condiciones de los trabajadores que llevan a una gran incertidumbre e inestabilidad laboral. Para enfrentar estas condiciones, la Renta Básica aparece como un instrumento de gran utilidad. Es interesante observar que es, precisamente, a partir de la crisis de los setenta cuando la idea de una RB se comienza a difundir en Europa, cuando algunos autores, alarmados por la magnitud del paro, comienzan a plantearse si no será necesario buscar mecanismos de distribución de la renta distintos y complementarios a los del trabajo. Se puede entender también que cada vez más, grupos crecientes de trabajadores y las capas populares empiecen a ver la deseabilidad y conveniencia de la RB, y la presión social por su establecimiento cada vez más acentuada.
En la situación actual del mercado de trabajo, por tanto, la RB podría tener un fuerte impacto en el MT. Principalmente por la potencialidad que tiene para disminuir la dependencia de la población trabajadora respecto del poder capitalista. En dos vertientes:
Una, consiste en la posibilidad de disminuir el total sometimiento al empleo asalariado como medio de sobrevivencia. Con la RB, la persona no depende exclusivamente del trabajo efectuado para otros por una remuneración (asalariado o no). Cada persona si prefiere el tiempo libre puede dedicar su vida a muchas actividades dentro y fuera del MT. Por una parte, puede producir bienes y servicios para sí mismo, de forma autónoma o colectiva para el intercambio sin necesidad de producir plusvalor; puede desarrollar un trabajo en el circuito que llamamos mercancía-dinero-mercancía (M-D-M). Por otra, nada le impide dedicarse a realizar actividades para la colectividad sin remuneración ni ánimo de lucro. Dado que tiene cubiertas económicamente sus necesidades básicas puede realizar servicios gratuitos, voluntariado, es decir, trabajar por la satisfacción de participar en la resolución de las necesidades de la comunidad. Todos estos trabajos o servicios se desarrollan con modos de producción y circulación no capitalistas; es decir, son procesos de producción e intercambio económico y no-económico en los que no está presente, ni es necesaria la producción de plusvalor, indispensable, sin embargo, en el funcionamiento del capitalismo. La RB permite iniciar una esfera de producción e intercambio de bienes y servicios al margen, de momento, o en los intersticios del sistema capitalista. Algo a no menospreciar, si deseamos poner en práctica e ir iniciando realidades alternativas.
La otra consiste en que, por ser incondicional, la RB no supone una limitación cuando una persona decida entrar en el MT y aceptar un empleo asalariado. Es muy probable que muchas personas consideren que el importe de la RB no sea lo suficientemente adecuado para su forma de vida y consumo, y deseen participar en el mercado de trabajo para aumentar sus ingresos. La RB no va a alterar en nada esta posibilidad. Más bien, y como ya hemos señalado anteriormente, la RB puede actuar como fondo de resistencia personal, y colectivo para mejorar su posición como trabajador. Mediante la RB el trabajador no parte del vacío más absoluto frente al empresario, sino que dispone de unos recursos para requerir un empleo digno. W. Leontief pone de relieve este factor; el que la presencia de un salario (o renta básica) anual garantizado puede cambiar el poder de los trabajadores dentro del mercado de trabajo: “Si los empresarios constituyen la parte más fuerte, las ganancias serán para ellos. Si los sindicatos de trabajadores tuviesen una posición dominante en la negociación (por la presencia de la renta básica), entonces podrían negociar fuerte, haciendo que tanto el número de trabajadores a emplear como los niveles de salarios fuesen cuestiones de la negociación colectiva”.(Leontief, 1986, p.158)
Este doble impacto permite contemplar el MT y sus relaciones contractuales entre los empresarios y los trabajadores (y entre la patronal y los sindicatos) desde un nuevo prisma, un rasgo al que definimos como el caminar hacia un nuevo sistema de relaciones laborales."Una garantía de empleo invierte el orden habitual de las cosas: manipula la demanda para satisfacer las necesidades de los trabajadores, no los trabajadores para las necesidades de la demanda" (Jackson, 1999, 659)
¿Por qué considerarlo nuevo? El hecho de que una persona, dentro del sistema capitalista, pueda satisfacer sus necesidades materiales básicas al margen del MT es nuevo, por no decir revolucionario. El hecho de entrar en el MT, esta parte tan importante de la vida, sin depender del empresario o de la ETT de turno, con cierta cobertura económica, con un pequeño grado de libertad, es nuevo. El hecho de poder debatir y negociar con la parte empresarial sin temer tanto al despido y las consecuentes carencias materiales que trae consigo la falta de empleo, es nuevo. Debatir, y negociar si cabe, los diversos contratos (indefinidos y temporales; a tiempo completo y a tiempo parcial), las tablas salariales, la jornada laboral, los turnos, horarios y horas extras, los desplazamientos, la flexibilidad laboral y la movilidad geográfica, las condiciones ambientales y la siniestralidad, las vacaciones y la antigüedad, la problemática relacionada con la mujer (discriminación profesional y salarial, acoso sexual) sin la amenaza y la presión de quedarse en el paro, con el cielo arriba y la calle abajo, o, como será cada vez más frecuente en el futuro,[4] sin contar siquiera con el subsidio de desempleo si te despiden, todo esto es nuevo.
También la existencia de la RB facilitará el ejercer la iniciativa personal y permitirá emprender actividades en todos los ámbitos, sean o no rentables. Al tener unos ingresos asegurados la persona puede elegir las actividades a las que uno desea dedicarse, tanto de índole económica y artística, hasta las de tipo cultural o social, remuneradas o voluntarias, según su talante y disponibilidad. En una etapa histórica, donde se considera que la creatividad y la innovación son elementos esenciales para el avance social, no se debieran subvalorar las oportunidades que unos ingresos asegurados proporcionan a las personas para ejercerlas y desarrollarlas.
Por tanto, si los vendedores de la fuerza de trabajo acuden al MT desde este escenario laboral, el que supone contar con la RB con un nuevo derecho ciudadano, nuevo tendrá que ser el sistema de relaciones laborales que se inaugure. El comprador de fuerza de trabajo sigue teniendo el mismo poderío, pero los vendedores de esta mercancía ya no son tan débiles, no están tan desamparados en el MT a la hora de venderse como seres humanos, aunque el sistema productivo intente mantenerlos en esta condición
Hay que considerar, también, el impacto desde una óptica empresarial, especialmente en el periodo de transición. En primer lugar, en los excedentes empresariales, por la presión fiscal adicional a la actividad económica que se ha propuesto, pero también, y de forma más importante, por el cambio de actitudes que estimularía en el mundo del trabajo. La RB permitiría a los trabajadores mantener su dignidad en la relación laboral y esta se orientaría mucho mas a una relación voluntaria entre sujetos libres[5] que a la subordinación creciente que esta suponiendo la situación actual.
Es muy probable que los órganos de gestión y los propietarios de las empresas tengan dificultades para aceptar la aparición de un nuevo modo de relación laboral. Supondrá una gran transformación a partir del mundo de dominio total de los trabajadores de la etapa actual. Se verán obligadas a aceptar y organizarse en un nuevo enfoque que es muy probable de lugar a grandes resistencias por su parte. Nadie cede con facilidad las situaciones que le favorecen, especialmente después de una etapa como la actual en que el dominio del trabajo en el mundo laboral es absoluto.
Pero el mundo, y por tanto las empresas y las relaciones laborales, no son estáticas. Si existe la fuerza social necesaria para implantar la RB ello supone que se ha producido un gran cambio en la correlación de fuerzas sociales y que es necesario contemplar de otra manera la organización social, donde las fuerzas sociales y las del capital privado habrán de estructurarse y relacionarse de otra manera. Los dirigentes empresariales tienen una gran responsabilidad en este aspecto: si aceptan la conveniencia e inevitabilidad del cambio de forma positiva y lo integran en nuevas formas de organización empresarial, el resultado final puede ser satisfactorio, mientras que si persisten en una estrecha visión de considerar que la única forma de relación entre el capital y trabajo es de total subordinación de este último las consecuencias pueden ser lamentables. No hay porque suponer que un mundo renovado de propiedad y dirección empresarial, asumiendo que los frutos del progreso han de beneficiar a toda la sociedad, no es capaz de enfrentar de forma positiva la vasta transformación que la existencia de la RB implicaría. Superado el periodo de transición y aceptado que una nueva forma de hacer se vaya instalando en el mundo empresarial, mucho mas respetuosa con el trabajo, y con mas iniciativa, participación y responsabilidad por parte de los trabajadores, libres de la angustia de asegurarse el sustento cotidiano, se descubra que constituye un mundo del trabajo mucho más satisfactorio para todos los participantes en el mismo.
La implantación de la RB supone una transformación profunda y radical del mercado de trabajo, desde cualquier prisma que se contemple. Asegurar permanentemente la satisfacción de las necesidades básicas evitando que las personas vivan angustiadas por su futuro material, altera de tal forma las premisas habituales que afectará a todas las reacciones previsibles en el ámbito laboral. Es tal la magnitud del cambio que es difícil prever todas las consecuencias de su implantación. Sólo la realidad indicará en cada momento las medidas que se han de aplicar para reforzar las situaciones positivas y debilitar o impedir las negativas.
De todas formas, no se nos pasa por alto, y así lo advertimos, que, dado que "el modo de producción capitalista no es sólo producción de mercancías sino fundamentalmente producción de plusvalía, y por lo tanto de capital, es imposible esperar que dicho sistema se modifique, o se <reforme>>" por si mismo, o proponiendo medidas de buena voluntad. De aquí que, en este trabajo, se insista en contemplar la RB, no sólo como un medio útil para paliar las condiciones del mercado de trabajo, sino y, sobre todo, como un instrumento activo y eficiente para lograr que "esta sociedad pueda ser abatida por las mismas fuerzas que se engendran en sus contradicciones internas".[6]
A esto hay que añadir el papel que puede jugar la RB en la lucha por la liberación de la mujer,[7] aunque sin olvidar tampoco la liberación del hombre: después de todo, queremos recalcar que "el libre desarrollo de cada uno será la condición del libre desarrollo de todos" (Marx -Engels, 1996, 59).
La propuesta de la RB encuentra serias objeciones entre las gentes de las sociedades modernas. En un país con tradición judeo-cristiano y una sólida implantación del sistema capitalista como el nuestro, es de entender que estos rechazos tengan una fuerte carga religiosa, económica y social.[8] En lo religioso, hay que recordar la famosa maldición divina que nos obliga a comer el pan con el sudor de la frente y el que San Pablo considera que el que no quiera trabajar que no coma; en lo económico, se considera que para poder participar en la renta que se produce hay que trabajar, o tener medios propios de capital; como los propietarios de capital son minoría, la forma habitual de obtener los recursos básicos para vivir es por medio del trabajo;[9] en lo social, porque amplios grupos de población consideran que el trabajo dignifica al hombre y constituye un instrumento fundamental para su socialización.[10] Algún economista incluso construye una obligación moral a trabajar, basándose en el "reconocimiento histórico del valor del trabajo". Dice, "para la mayoría de la población, el éxito en vender su <<mercancía trabajo>> no sólo representa el derecho al uso de meter la cuchara en el caldero de la sopa (renta nacional), sino también su derecho a usar esa cuchara en un futuro cuando no participe en ese mercado. Cuando esté viejo o enfermo; cuando ya no se valore su <<mercancía>>... Y también representa el orgullo de <<poder trabajar>>, de ser <<útil>>. Eso es el respeto; el derecho valorativo a usar la cuchara sin recurrir a la mendicidad" (Anisi, 1995, 81).
En las laicalizadas sociedades actuales es difícil aceptar que se haya de trabajar por preceptos bíblicos o planteamientos religiosos. Es más fácil pensar que éstos estaban dedicados a justificar una situación de hecho que se ha dado en todas las sociedades y que todavía hoy exige a una gran parte de la población mundial obtener su sustento con el sudor de su frente, pero no parece que haya ningún mérito especial en ello, o demérito en eludirlo. Especialmente cuando, en los países más ricos, partes muy significativas de la población viven sin trabajar, como estudiantes en edad adulta, amas de casa, ricos ociosos, jubilados cada vez más jóvenes, aparentemente sin desdoro para su consideración social; en lo económico ya se ha señalado que a quien dispone de medios de capital no se le exige el trabajo para vivir, por lo que la necesidad del trabajo corresponde a una determinada forma de organización social y distribución de la renta que, sin embargo, una propuesta como la de la renta básica indica que se puede cambiar. Respecto a la realización de la persona y su socialización a través del trabajo parece responder a mentalidades de la reciente etapa industrial del capitalismo, cuando el trabajo asalariado se convierte en una obligación para las capas populares y absorbe todas las facetas de la vida de los trabajadores; con ella se ignora, sin embargo, la realización personal y social de las muchas personas que no pasan por el mercado de trabajo, por poseer medios propios, o por organización familiar y social. Implica, también una percepción del mercado de trabajo en el que los trabajadores/as tenían empleos que conducían a una formación profesional y en el que se integraban de forma casi permanente. En las condiciones sociales actuales postular que la realización y socialización de las personas necesita del trabajo nos parece que es no considerar las duras y precarias condiciones que el mismo representa para una proporción mayoritaria de trabajadores e ignorar las múltiples posibilidades de actividades sociales que ofrecen las sociedades modernas: desde la escuela que absorbe casi los veinte primeros años de la vida de las personas, a las actividades voluntarias, pasando por la socialización, degradada e insatisfactoria, pero socialización, que ofrecen los modernos medios de comunicación y el consumo. El trabajo, y si se desea un referente religioso, el 'ganaras el pan con el sudor de tu frente' es una necesidad y una obligación para quienes no pueden ganarse la vida de otra manera. En ningún momento es una obligación para el desarrollo del ser humano o para que este cumpla con su papel en la sociedad.
Conviene comenzar precisando que los derechos no son obligaciones. Que ejercer un derecho supone la posibilidad de decir si, no, e incluso de abstenerse. Por ejemplo, ¿como puede existir el derecho al trabajo si el ciudadano no cuenta con la libertad, con los medios económicos para decidir si acepta o rechaza el sistema de trabajo asalariado de la clase capitalista? Sin la posibilidad de abstenerse o decir no, tal derecho no existe. Si las personas que no cuentan con otros medios, con otros recursos para sobrevivir, como no sea la venta de la fuerza de trabajo, habrá que concluir que tales personas no tienen otra alternativa que la obligación de trabajar, la exigencia de encontrar un empleo asalariado. Con lo que, el derecho al trabajo queda convertido en un deber, en una obligación. Por tanto, debemos evitar un error que cometemos muy frecuentemente: no distinguir entre derechos y obligaciones.
Aclarados estos conceptos el de derecho y obligación, queremos añadir y destacar que la RB no supone estar en contra del derecho al trabajo. Hay que respetar en todo momento la libertad de aquellas personas que desean poner en práctica el derecho a trabajar. Ahora bien, para que tal derecho pueda ejercerse, esta posibilidad ha de separarse precisamente de la obligación a trabajar que imponen las relaciones sociales en el capitalismo. Y una forma de garantizar este derecho al trabajo es la implantación del derecho ciudadano a una renta básica, de manera que cada persona tenga asegurada una cantidad que le permita sobrevivir al margen del mercado de trabajo, único medio para romper con la obligación de trabajar. Algunos autores matizan esta conclusión:
“Esta posición que presentamos aquí no exige que el derecho al trabajo sea sustituido por un derecho a un ingreso, ni que esas prioridades se desplacen del primero al segundo derecho. Todo lo que exige es que no se dé ningún privilegio especial a una dimensión de la libertad sobre otra, ni que individuos con gustos diferentes sean tratados discriminatoriamente” (Van Parijs, 1996, 158).
Otro autor también es partidario de defender el derecho al trabajo porque permite el desarrollo social de la persona. Para esto cita a Marx, quien señala que "el trabajo es una condición existencial de la vida humana en todas las formaciones sociales, una necesidad natural eterna que posibilita equilibrar el metabolismo entre las personas y la naturaleza, estabilizar la vida misma" (MEW 23, 57). Pero esta característica general no le impide distinguir entre el trabajo per se y el trabajo asalariado. Particularidad que le permite dejar su opinión bien clara: "el objetivo no es la abolición del trabajo, sino la abolición de las relaciones salariales". (Canteias; 2002, 3)
Para poder evaluar el posible impacto de la RB en el mercado de trabajo en Catalunya presentamos a continuación algunos de sus elementos y tendencias esenciales durante la última década: 1990 al 2000,
A finales de 1999, unos 6,1 millones de personas vivían en Cataluña (Cuadro 10). De ellas, el grupo en edad laboral, actualmente el comprendido entre los 16 y los 65 años, supone el 64,2%. Dentro de este grupo hay que distinguir dos importantes segmentos:
El considerado voluntariamente inactivo que, por razones diversas, no acude al MT y suma un 19,6%.
Y el considerado voluntariamente activo pero que el propio MT rechaza, ya que sólo da empleo u ocupación a un 39, 9% de la población, dejando a un 4,7% de la población en la situación de parados.
Es decir, en Cataluña, el MT sólo necesita emplear a un 40% de la población, aunque tiene a su disposición un 24% más de personas inactivas en edad laboral: entre 16 y 65 años y parados. Lo cual nos conduce a extraer dos conclusiones. La primera está relacionada con el llamado ejército de reserva o sobrepoblación relativa; el proceso productivo tiene a su alcance dos fuentes de abastecimiento de mano de obra: dispone de un 24% entre las personas comprendidas en la edad laboral de 16 a 65 años, y, si la necesidad fuese apremiante, dispone de otro porcentaje equis entre los menores de 16 años y mayores de 65.[11] La segunda demuestra como un 60% de la población disfruta de una RB en forma de solidaridad familiar y generacional, pues sólo 40 personas de cada cien producen para mantener a toda la población; las 60 restantes viven del peculio familiar/pensiones/asistencia. Es lo que, mediante la RB, queremos transformar en un derecho ciudadano.
Cuadro 10. Población en Cataluña. IV Trimestre 1999 |
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TOTAL Personas |
% |
HOMBRES Personas |
% |
MUJERES Personas |
% |
ESTRUCTURA DE POBLACION |
|
|
|
|
|
|
Hasta 15 años |
926,0 |
15,4 |
469,2 |
16,3 |
456,8 |
14,6 |
|
|
|
|
|
|
|
De 16 a 65 años |
3.860,6 |
64,2 |
1.894,0 |
65,7 |
1.966,6 |
62,8 |
* Ocupados |
2.398,8 |
39,9 |
1.449,2 |
50,3 |
949,6 |
30,3 |
* Parados |
284,8 |
4,7 |
114,9 |
4,0 |
169,9 |
5,4 |
* Inactivos |
1.177,0 |
19,6 |
329,9 |
11,4 |
847,1 |
27,1 |
|
|
|
|
|
|
|
Más de 65 años |
1.228,7 |
20,4 |
520,5 |
18,0 |
708,2 |
22,6 |
TOTAL |
6.015,8 |
100,0 |
2.883,7 |
100,0 |
3.131,6 |
100,0 |
|
|
|
|
|
|
|
MERCADO DE TRABAJO |
|
|
|
|
|
|
OCUPADOS |
2.398,8 |
39,9 |
1.449,2 |
50,3 |
949,6 |
30,3 |
DISPONIBLES |
1.461,8 |
24,3 |
444,8 |
15,4 |
1.017,0 |
32,5 |
* Parados |
284,83 |
4,7 |
114,9 |
4,0 |
169,9 |
5,4 |
* Inactivos (entre 16 y 65 años) |
1.177,0 |
19,6 |
329,6 |
11,4 |
847,1 |
27,1 |
TOTAL |
3.860,6 |
64,2 |
1.894,0 |
65,7 |
1.966,6 |
62,8 |
|
|
|
|
|
|
|
POBLACION INACTIVA (sobrepoblación relativa) |
|
|
|
|
|
|
DISPONIBLES |
1.461,8 |
24,3 |
444,8 |
15,4 |
1.017,0 |
32,5 |
RESTO |
2.154,7 |
35,8 |
989,7 |
34,3 |
1.165,0 |
37,2 |
Hasta 15 años |
926,0 |
15,4 |
469,2 |
16,3 |
456,8 |
14,6 |
Más de 65 años |
1.228,7 |
20,4 |
520,5 |
18,0 |
708,2 |
22,6 |
TOTAL |
3.616,5 |
60,1 |
1.434,5 |
49,7 |
2.182,0 |
69,7 |
|
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Desde 1990 a 1994, el paro en Cataluña pasó de 321.500 personas desocupadas a 556.400. A partir de esta fecha, la evolución del paro en Cataluña manifiesta una tendencia descendente hasta el 2001 en que baja hasta el 8,63% de la población activa, pero no sabemos que puede ocurrir a partir de esta fecha en que de nuevo parece que se apunta una recesión.
Cuadro 11. Cataluña: Desempleo 1990 - 2000. IV Trimestre. EPA (miles de personas) |
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1990 |
1991 |
1992 |
1993 |
1994 |
1995 |
1996 |
1997 |
1998 |
1999 |
2000 |
Total |
321,5 |
325,2 |
390,6 |
554,3 |
556,4 |
531,1 |
507,1 |
435,4 |
364,9 |
270,3 |
237,8 |
Tasa de Paro |
12,7 |
12,8 |
15,7 |
21,5 |
21,3 |
19,9 |
18,8 |
16,2 |
13,6 |
10,1 |
9,7 |
Hombres |
128,0 |
141,4 |
180,8 |
293,0 |
267,7 |
245,4 |
245,6 |
185,3 |
147,8 |
108,9 |
93,3 |
Tasa de Paro |
8,1 |
9,0 |
11,7 |
18,9 |
17,0 |
15,5 |
15,4 |
11,7 |
9,4 |
7,0 |
6,9 |
Mujeres |
193,5 |
183,8 |
209,8 |
261,3 |
288,7 |
285,7 |
261,5 |
250,1 |
217,1 |
161,4 |
144,5 |
Tasa de Paro |
20,5 |
19,2 |
22,0 |
25,5 |
27,7 |
26,4 |
23,8 |
22,7 |
19,5 |
14,2 |
13,6 |
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Fuentes: Elaboración propia con datos de INE e Idescat
La caída de la segunda mitad de los noventa se debe, en parte, a la coyuntura positiva que está experimentando la actividad económica en estos momentos, pero también a las previas reformas del mercado laboral, las cuales potenciaron el contrato de trabajo a la carta, sin los cuales cada empresa no podría contratar y despedir (ajustar las plantillas) de acuerdo con las necesidades de sus programas de producción: contratos por unos meses, por un mes, por unos días o día e incluso por una hora, etc. Por esta razón, y dada la definición de 'empleo' que se usa,[12] el paro baja pero el número de contratos precarios se mantienen elevado.
Además, como es bien sabido, no todos los parados perciben el subsidio de desempleo. En el Estado español, desde 1995 poco más que la mitad de los parados registrados han cobrado el subsidio de desempleo (mínimo 1995 con un 48,98%, máximo el 2000 con el 55%); afortunadamente la situación es bastante mejor, aunque no buena, en Catalunya, donde durante toda la década de los noventa han cobrado el subsidio entre un 67 y un 80% de parados registrados (mínimo 1995 con 67,22%, máximo 1992 con el 89,75%).[13] Pero, además, hay que tener en cuenta que estos porcentajes se refieren a la cifra de parados registrados, que constituyen una cifra mucho menor de lo que se consideran los parados reales estimados por la Encuesta de Población Activa. En Catalunya, las cifras de la EPA dan un número de parados para la década de los noventa, de aproximadamente doble de las cifras de Paro Registrado, lo que significa que los porcentajes que acabamos de señalar de tasa de cobertura se reducen aproximadamente a la mitad.
Para completar el cuadro de la bonanza que supone estar parado, añadamos que la prestación media anual por el concepto de paro en España era en 1996 de 387.000 pesetas. anuales o 32.250 pesetas en doce mensualidades, y en Catalunya de 440.000 pesetas anuales o 36.700 en doce mensualidades. Cifras que tendrían que tener en cuenta quienes consideran que 'es muy cómodo vivir del paro' o que 'las prestaciones sociales a los parados son demasiado generosas', como opina la OECD.
Esta población trabajadora, como la del resto del Estado, ha estado sometida desde los ochenta a una intensa legislación laboral. Desde los Pactos de la Moncloa de 1977 se han sucedido un amplio número de 'reformas laborales' de las cuales la última al escribir estas líneas corresponde a Marzo de 2001. Todas ellas orientadas en las líneas que se han señalado en el párrafo anterior, dirigidas a endurecer la situación salarial y precarizar las condiciones laborales para abaratar el coste laboral.[14] Si bien en las más recientes reformas, la preocupación por la magnitud del empleo temporal ha hecho aparecer algunas disposiciones que deberían conducir al aumento de los empleos fijos (aumento de la gama de contratos de fomento del empleo y disminución de la indemnización por despido a ciertos colectivos, reducción de cotizaciones a la SS, indemnización por extinción de contrato temporal -¡de ocho días de salario!; equiparación de derechos entre trabajadores temporales y fijos, y algún otro proviso- dichas medidas tienden a ser 'equilibradas' por las que facilitan la contratación a tiempo parcial, con lo que la precariedad subsiste.
Como lo muestra el Cuadro 12, la precariedad en Cataluña presenta una tendencia similar a la del resto del Estado español. Nueve de cada diez contratos se realizan por un período limitado, frecuentemente la mayoría con una duración menor que tres meses. Los sindicatos ya habían denunciado la reforma anterior señalando como ésta no iba a mejorar la tendencia hacia una contratación indefinida.[15] Después de un año de aplicación, los contratos por circunstancia de la producción, figura donde realmente reside la precariedad laboral, han aumentado en un 12%. En realidad, la reforma laboral apenas hace disminuir la temporalidad en Cataluña; la mejora que aparece en el resto de los contratos no altera sustancialmente la relación entre los definidos y los indefinidos y, cuando se acentúe la recesión, este ratio se deteriorará más.
Los contratos temporales parecen estar asociados a la siniestralidad laboral. La siniestralidad en Catalunya va en aumento. Desde diciembre de 1994 hasta diciembre del 2000, el número de accidentes con baja ha pasado de 112.989 a 183.393, con una media anual 142.566. El número de accidentes mortales manifiesta una media de 158 muertes anualmente. No nos sorprende que los sindicatos insistan en relacionar la precariedad de los contratos arriba mencionados con los altos índices de siniestralidad, Y razones no parece que les faltan.
Cuadro 12. Evolución de la contratación laboral en Cataluña: enero - junio 2000 a enero junio 2001. |
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Enero - junio 2000 |
Enero - junio 2001 |
Variación |
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Personas |
% |
Personas |
% |
Personas |
% |
De obra o servicio |
347.886 |
36,0 |
259.025 |
27,5 |
-88.861 |
-25,5 |
Por circunstancias de la producción |
331.985 |
34,3 |
371.702 |
39,5 |
39.717 |
12,0 |
A tiempo parcial temporal |
190.434 |
19,7 |
188.612 |
20,0 |
-1.822 |
-1,0 |
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870.305 |
90,0 |
819.339 |
87,0 |
-50.966 |
5,8 |
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A tiempo parcial indefinido |
28.645 |
3,0 |
28.999 |
3,2 |
354 |
1,2 |
Convertidos en indefinidos |
40.136 |
4,2 |
43.525 |
4,5 |
3.389 |
8,4 |
Ordinarios a tiempo indefinido |
28.007 |
2,8 |
49.435 |
5,3 |
21.428 |
76,5 |
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96.788 |
10,0 |
121.959 |
13,0 |
25.171 |
26,0 |
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TOTAL |
967.093 |
100,0 |
941.298 |
100,0 |
-25.795 |
-2,7 |
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A finales del año 1999, el número de mujeres en Catalunya se situaba en torno a las 3.131.600, un 52,1% de la población total. Según el Cuadro 10, la estructura de población femenina se componía de 14,6% de menores de 16 años, 22,6% de mayores de 65 años, y el 62,8% de mujeres entre los 16 y los años.
La clasificación anterior nos permite analizar el segmento de personas aptas para entrar en el mercado de trabajo. De cada 100 mujeres, 63 mujeres están en edad de trabajar. Y observar cuantas trabajan remuneradamente: sólo 36 han salido a buscar empleo; 30 están ocupadas y 6 paradas. Permanecen sin un empleo remunerado otras 27 mujeres en edad laboral. La mayoría de ellas dedicadas al trabajo doméstico, que recae casi totalmente sobre la mujer tanto si es o no trabajadora externa.
Además, según el Cuadro 11 se observa que el peso del paro recae sobre la población femenina; casi en todos los años señalados, la tasa de paro femenina es doble de la masculina. El año 2000, la proporción de mujeres en paro con respecto al total es del 59,7%. Asimismo, entre quienes buscan el primer empleo, el 66,9% corresponde a mujeres
Entre la población jubilada, sólo un porcentaje muy pequeño de mujeres cobra una pensión propia ya que son muchas las que no han contribuido, al no haber pasado durante su vida activa por el mercado de trabajo; la clase de pensión que perciben es la de viudedad u otras como orfandad, favor a familias, etc , asociada a unas prestaciones muy bajas: una media de 56.500 pesetas mensuales. La excepción principal lo son las prestaciones por incapacidad permanente, cuyos beneficiarios son principalmente hombres dado que la mayoría de ellos son asalariados.
Recuadro 10. Desde la Comisión Mixta (Congreso-Senado) de Derechos de la Muje
El 40% de las mujeres empleadas tienen contrato temporal
El 41% de las mujeres trabaja en las ocupaciones peor pagadas
El 25% por ciento de la mujeres en edad de trabajar obtienen ingresos propios a través de un salario
Los datos que se presentan en este apartado señalan con claridad quienes serán los principales beneficiarios[16] de la RB: población inactiva en edad laboral (19,6%), ancianos y niños (20,4% + 15,4%),[17] y parados (4,7%) que suponen ya el 60,1% de la población de Catalunya. Entre los que cabe destacar el importante porcentaje de población femenina que constituye, según se deduce del Cuadro 10, el 72% de los inactivos en edad de trabajar, el 22% de la población en edad laboral y el 14% de la población total; además los parados y muy probablemente una proporción importante de trabajadores en precario cuyos salarios son inferiores a la RB. Además, como se señala más arriba, la RB actuaría como un importante seguro que cubre las necesidades básicas del 60% de la población de Catalunya, que no está integrada en el mercado de trabajo. Ya se ha señalado, también, que la seguridad de disponer de estos ingresos, proporcionaría asimismo una gran sensación de seguridad a todos los trabajadores y que esto les permitiría ser más exigentes con sus condiciones de empleo.
El carácter de las medidas dirigidas a estimular el empleo merece un breve comentario. Si se analiza la política de empleo de las dos últimas décadas, se constata que la mayor parte de la política laboral consiste, o en disposiciones reguladoras del mercado de trabajo y, por lo tanto, de carácter gratuito para el Estado, o bien de disposiciones que suponen una disminución de las contribuciones empresariales a la Seguridad Social, o de ayudas directas a las empresas. Bajo la filosofía que el empleo eficiente lo crean las empresas, se pretende estimular la creación de empleo con medidas dirigidas a disminuir el coste laboral para el empresario a expensas de las cuotas a la Seguridad Social. Casi ninguna de las medidas gubernamentales van dirigidas a la creación directa de empleo en forma de empleo público, o al estimulo directo a la actividad económica por contratación pública al sector privado; ni siquiera, excepto el subsidio de paro, para el cual los propios trabajadores también contribuyen, o los subsidios de carácter asistencial, tampoco existen otras ayudas directas a las familias en paro. Es decir, se actúa de forma que la mejora del mercado laboral pase necesariamente por un aumento directo del beneficio empresarial en forma de disminución del coste laboral. Lo que, por supuesto, supone un importante bono al empresariado que, además, puede amenazar y amenaza permanentemente con los despidos y la precariedad, si se produce alguna discontinuidad en dichas ayudas. Por ejemplo, sólo la reducción de las cotizaciones empresariales de la Seguridad Social para estimular los contratos de empleo fijo, del paquete de medidas de la última reforma laboral, se estima que tiene un coste global para el Estado de 300.000 millones de pesetas. Parece lícito preguntarse si, con este importe, no se pudiera diseñar otro tipo de medidas de estimulo al empleo más directas, como la mejora del transporte público, la potenciación de actividades de cuidado medioambiental, etc. Nosotros consideramos que dichas ayudas serían mucho más eficientes, contribuyendo a financiar la RB para la ciudadanía, aunque no pase por el mercado de trabajo. Y por ello incluimos una parte de la denominada 'política de empleo' entre las fuentes de financiación de la misma.
Una de las objeciones que más frecuentemente se le hacen a la RB es la de que puede desmotivar la oferta de mano de obra. Es decir, la preocupación de muchas personas cuando se enfrentan a la RB consiste en creer que ésta puede inducir a mucho ciudadanos, una vez libres de la obligación de buscar empleo asalariado para vivir, a adoptar actitudes de gandulería, vagancia, haraganería, pereza, desidia, holgazanería, apatía, desinterés, indolencia, dejadez, y un largo etcétera de adjetivos similares. Y, una vez que consideran establecida sin más reflexión la causa-efecto entre RB y vagancia o desincentivación por el trabajo, la primera cuestión que surge es quién trabajará entonces. En el límite, se acostumbra a hacer esta pregunta:
Al disponer de la RB para satisfacer las necesidades más elementales, ¿qué pasaría si dejásemos todos de trabajar?
Es obvio que si hacemos una pregunta tan cerrada en sí misma como ésta, la respuesta que podamos dar se cierra también sobre sí misma. En el límite, si toda la población ocupada dejase de trabajar, es obvio que no podríamos cubrir nuestras necesidades e incluso nos moriríamos, ya que los inactivos vivimos de los bienes y servicios que producen los ocupados. Pero, ¿procede hacer la pregunta tan cerrada y extrema?, ¿no sería más realista abrirla, desglosarla por segmentos profesionales y sus respectivos ingresos, y deducir a quiénes podría compensar abandonar el empleo y a quiénes no?
Veamos dos razones para comprobar/responder a este tipo de preocupación justificada:
Una, de tipo subjetivo. En los días próximos a la lotería de Navidad del 2000, un revista de fuerte tirada y ámbito nacional, preguntaba a nuestra población si dejaría de trabajar en el caso de que les tocase un premio fuerte, por ejemplo unos 400 millones. La respuesta fue aplastante, y no deja lugar a dudas: alrededor de un 85% de los hombres y las mujeres encuestadas respondieron que seguirían trabajando. Aunque de tipo subjetivo, esta evidencia es muy curiosa y potente. Primero porque revela que la ciudadanía no está tan dispuesta a abandonar la idea de trabajar, aún ingresando, por efecto de la fortuna, cuatro veces más dinero que lo que supone por derecho el ingreso por RB durante toda la vida.[18] Contradictoriamente, es muy probable que si fuesen preguntadas acerca de si estarían de acuerdo con la propuesta de la RB, pudiera ocurrir que respondiesen que este derecho provocaría el abandono de mucha gente del mercado de trabajo, debido al efecto gandulería que podría desencadenar. Por tanto, ¿cómo explicar esta resistencia al derecho a la RB por miedo a incentivar la indolencia laboral, mientras personalmente no piensan abandonar el empleo asalariado incluso cuando se trata de la lotería?. ¿Es qué no es una lotería poder disfrutar de la RB y poder elegir un empleo asalariado cuando lo creas pertinente?. ¿No hay una especie de menosprecio inconsciente de los demás en este tema: 'yo no abandonaré mi trabajo, pero los demás es muy probable que lo hagan', lo que implica que yo no soy vago, pero los demás sí? El papel del trabajo en nuestras sociedades cumple muchas más funciones que meramente la obtención de un ingreso y no nos parece legítima la objeción de que las personas que no necesiten perentoriamente trabajar, no lo harán. De hecho estamos asistiendo a un rápido aumento de las actividades de voluntariado[19] que no proporcionan ingresos, ¿como se explican estas actividades, si estas personas únicamente las motivase una remuneración monetaria?
Otra, basada en el nivel de consumo deseado. La Renta Básica supone una seguridad de niveles de renta modestos. Incluso en una familia de cuatro miembros que percibieran la renta básica, los ingresos mensuales con el modelo fuerte alcanzarían la cifra de 320.000 pesetas. Una gran proporción de familias en la actualidad son menores que cuatro miembros. En una sociedad consumista como la nuestra, parece poco probable que las familias o personas que ya disponen de un empleo mínimamente satisfactorio renuncien a los ingresos y al nivel de consumo que el mismo les pueda proporcionar conformándose sólo con los ingresos de la RB. No olvidemos que la RB no elimina los ingresos que se perciben por la actividad laboral. Si utilizamos los datos sobre la realidad de la oferta de mano de obra actual nos encontramos con la siguiente información:
Partiendo de los Cuadros 13 y 14, se observa que la población ocupada en Cataluña ascendía a 2.398.800 personas. cuya composición profesional y nivel salarial es el siguiente:
Un 30% de los ocupados son directivos, científicos, intelectuales, y técnicos medios; a su vez, en términos de ingresos, esta oferta de la mano de obra tan altamente cualificada gana entre 4 y 7 veces la RB. Primera pregunta: ¿abandonaría este personal sus respectivos empleos cuando percibiesen la RB?
Otro 56% de la ocupación está compuesta por personas cualificadas, que se supone algún interés encuentran en su oficio, aparte de la remuneración, que, de todos modos, está entre 3 y 4 veces la cantidad a percibir por la RB. Tampoco aquí parece que la deserción del aparato productivo sería muy acentuada.
Otro 3% de personas trabajan en dos sectores que se encuentran perdiendo peso específico en la producción. Son la agricultura familiar y la pesca, dos actividades económicas que hay que estar subvencionándolas permanentemente, unas veces porque las cosechas son muy buenas, las otras porque son muy malas, o debido a las paradas biológicas que hay que dar a los peces para que les de tiempo a reproducirse; está población ya está percibiendo la RB en forma de subsidios. "En Cataluña se estima que se ha perdido un 22% de las explotaciones agrarias desde 1989 y un descenso del 15% del total de mano de obra agraria; unos 25.000 empleos en menos de ocho años".[20]
El último 11% está compuesto por todas aquellas personas dedicadas a los trabajos para los que apenas se necesita formación profesional: son peones trabajando en actividades con alta siniestralidad, o contaminantes, o sucias, o peligrosas, o causantes de enfermedades profesionales, o desagradables, o donde se dan todas estas condiciones a la vez; faenas que nadie quiere realizar en esta sociedad, y encima, mal remuneradas. Suponemos que en este último grupo es donde se encuentra el núcleo de personas más propicias a abandonar estos empleos. Razones para hacerlo no les faltan. Son tan evidentes que sería ocioso extenderse en explicarlas; ingresan cantidades similares a la RB, por lo que, o suben los salarios y se mejoran las condiciones laborales para compensar las inconveniencias mencionadas, o sería bastante difícil persuadir a estas 266.000 personas para que continuasen realizando estas tareas.
Es decir, en todo caso parece que son las capas sociales de menores salarios, que no superan el 11% de la población ocupada, las que podrían verse inducidas a abandonar sus empleos a causa de la RB. Si la sociedad quiere que esas tareas se cumplan habrá de producirse un reajuste salarial que aumente la remuneración relativa de estas tareas respecto a las demás del cuerpo social. Lo que, dada la reducida importancia relativa de este grupo parece manejable. No está mal que la RB contribuya a que aumenten los salarios de los grupos de trabajadores más desfavorecidos, lo que contribuye por otra vía a la redistribución de la renta que pretende la RB.
Dicho esto hay que señalar, sin embargo, que es posible que la implantación de la RB no tenga un efecto cuantitativo tan importante como podría parecer a juzgar los dos párrafos anteriores, si se organiza la percepción de la RB por los diversos colectivos de forma adecuada. En el Cuadro 3 y A.4 planteábamos una propuesta de secuencia para la implantación de la RB en Catalunya. En el mismo se puede observar que los colectivos de personas que irán percibiendo la RB pueden establecerse siguiendo un plan específico para el periodo de transición. Si a estos grupos de bajos salarios se les prioriza en la percepción de la RB se encontraran que disponen de un bajo salario pero también la RB, con lo que sus ingresos totales son considerablemente superiores a los anteriores. Como es muy probable que estas personas estén ejerciendo estas tareas porque no tienen formación para trabajar en otros empleos, es bastante factible que la proporción de personas de estos grupos que abandone el empleo sea bastante más reducida.
Las razones que induzcan a las personas a abandonar su empleo al disponer de una RB probablemente están más en relación con los tipos y condiciones de trabajo que estrictamente con las remuneraciones: unas estarían relacionadas con el despotismo que se ejerce dentro del sistema productivo, la imposibilidad de ejercer la creatividad y la responsabilidad, la degradación física y mental que padecen los trabajadores, los horarios en turnos absurdos que impiden la realización de una vida normal. el acoso sexual y psicológico, etc. etc. En este sentido, más que preocuparse, hay que felicitarse porque la implantación de la RB ayudará a establecer unas condiciones de trabajo más dignas y satisfactorias.
De todos modos, para intentar una estimación hipotética del posible impacto de la RB en el mercado de trabajo, en este estudio se simula un escenario en el cual en todas las profesiones se dan abandonos cuando se establece la RB. Obviamente, es de esperar que tales deserciones se darán con más o menos incidencia en unas categorías profesionales que en otras, debido a la diferente proporción de efecto bienestar material y status social que proporcionan tales profesiones y cargos a sus respectivos perceptores. Para la construcción del Cuadro 14 situamos el abandono del empleo en una escala que va de 8 a 1, ocho veces menos motivación a trabajar en los peones que en los directivos y científicos. El resultado nos indica que, en Catalunya solamente unas 78.935 personas dejaría sus puestos de trabajo por causa de la RB en un periodo de veinte años. Este abandono no supondría más de un tres por ciento de la ocupación. Incluso si lo duplicamos, ¿es un porcentaje del 3% e incluso del 6% tan significativo como para concluir que la RB desincentiva la oferta de mano de obra y motiva la desidia? Incluso si, como se ha señalado en los párrafos anteriores, los 260.000 trabajadores con bajos salarios, el 11%, dejasen de trabajar, ¿cuales serían las consecuencias?:
Ver Cuadro 13.- Cataluña: oferta de la fuerza de trabajo y nivel salarial por profesión y género 1999 (pinchar Atrás para volver a esta página)
Ver Cuadro 14.- Cataluña: oferta y abandono de la fuerza de trabajo por profesión y género 1999 (pinchar Atrás para volver a esta página)
Durante la década de los noventa Catalunya ha tenido una tasa de paro superior al 12%, con un 21,5% en 1993; desde 1998 disminuye por debajo del 10%; sin embargo, a pesar de, o precisamente debido a ellas, la economía no cesó en ningún momento de crecer.[21]
La tasa de actividad para Catalunya no supera actualmente el 40%, es decir de cada 100 personas solo 40 trabajan y las demás viven a costa de estos activos. ¿No es posible estimular el empleo de la población inactiva?. Este punto es de particular relevancia respecto a las mujeres: De cada 100 mujeres, seis están en el paro y las 27 que estadísticamente son clasificadas como personas dedicadas a 'sus labores', suman 33, lo que constituye un gran ejército de reserva. Ya se ha señalado anteriormente como estos dos grupos aportan una cobertura de fuerza de trabajo suficiente como para cubrir cualquier aumento en la demanda de mano de obra femenina. No se puede decir, como lo hacen algunos autores, que hay escasez de mano de obra. Mano de obra potencial hay mucha. Todo se reduce a valorar el empleo, dotarlo de calidad, y remunerarlo adecuadamente.
Hay que considerar, también, que esta disminución de oferta de mano de obra se dará a lo largo de veinte años en los que pueden suceder muchísimas cosas que alteren la oferta de mano de obra debida a otras causas: por ejemplo un cambio en la edad de entrada en el mercado laboral puede alterar la oferta tan o más sustancialmente. Por ejemplo, cuando la edad de poder empezar a trabajar paso de 14 a 16 años posiblemente el impacto no fue menor. ¿Es seguro que no cambiará de nuevo la edad de entrada en el trabajo? ¿Cual será el ajuste del mercado de trabajo si se acepta la jornada laboral de 35 horas? ¿Que sucedería si se anulasen algunos horarios laborales desastrosos? Quizá haya más mujeres dispuestas a trabajar con una jornada menor y con mejores horarios.
La oferta de fuerza de trabajo y la tasa de actividad son elementos que dependen de muchos más aspectos que meramente de la existencia de un ingreso mínimo colchón como sería la RB. Desde nuestra interpretación, no existe evidencia suficiente y razonable que demuestre que la implantación del derecho a la RB pueda ser la circunstancia para que una sustancial parte de la población deje de trabajar.
Además, ¿por qué no introducir y contemplar la posibilidad de que, muchas de las personas que van a abandonar el empleo asalariado, lo harían porque les satisface más dedicarse a otras actividades al margen del mercado de trabajo? Por ejemplo, a las artes, labores y oficios, bien en régimen económico o de voluntariado,[22] que el sistema de mercados ha destruido y derrochado. Son actividades que tienen la potencialidad de aumentar la riqueza social, aunque no estén registradas como generadoras del PIB y, no menos importante, la satisfacción personal. El hecho de que no pasen muchas de ellas por el mercado no por eso dejan de tener tanto o más valor material y social que el dejado de producir a través del sistema de mercados: ya de entrada, estas actividades responden y satisfacen las motivaciones de cada persona que las ejerce, expresadas independientemente de la imposición que conlleva el mercado de trabajo. La RB es un importante instrumento de libertad personal, y no hemos de olvidar este objetivo que expresábamos más arriba: el libre desarrollo de cada uno será la condición para el libre desarrollo de todos.
La preocupación por el posible abandono del trabajo si se disfruta de la renta básica plantea algunas curiosas paradojas, que nosotros percibimos en las siguientes líneas:
Primera. No parece que la preocupación principal de nuestras sociedades en la actualidad sea la de la falta de mano de obra.[23] Es difícil sostener esta posición cuando la sociedad en cuestión tiene una tasa de actividad sólo del 40%, es decir, hay muchas personas en edad de trabajar que no lo hacen y podrían ser estimuladas a ello. Por el contrario, son muchos los comentaristas que plantean el problema que genera la falta de empleo para la población. En este contexto, que la preocupación principal por los efectos de la RB sea el de la disminución de la oferta de trabajo parece bastante contradictoria, ya que ésta supondría sustancialmente reducir las cifras de paro. Una población que en los últimos veinte años ha atravesado períodos con tasas de paro superiores al 20%, no parece que tenga que preocuparse principalmente por la falta de mano de obra, y especialmente en los estratos menos cualificados de la población.
Segunda. La teoría económica convencional moderna basa toda su construcción en la decisión de los individuos aislados entre dedicar su tiempo al ocio o al trabajo para obtener unos ingresos: función de utilidad renta/ocio en la jerga profesional. La persona elige entre no trabajar y no tener rentas o trabajar para conseguirlas. Según esta dicotomía, el sujeto parece tener todo el derecho a optar por la alternativa del ocio y, no conocemos de ningún comentarista sobre este modelo teórico que exprese su preocupación por ello o que esta posibilidad pueda llevar a la falta de actividad económica y a la pobreza a nuestras sociedades. Lo que sugiere una de dos interpretaciones: una, o los economistas que utilizan este modelo no tienen muy en cuenta la coherencia lógica de sus presupuestos, o, alternativamente, no se preocupan porque saben que la inmensa mayoría de los sujetos se ven obligados a trabajar por sobrevivir y no tienen la libertad de elegir entre las dos opciones base de su construcción teórica. Sólo cuando, mediante la RB, la libertad de no trabajar si se está dispuesto a vivir con un bajo nivel de consumo, es real, surge la preocupación. Preocupación que ya acabamos de argumentar, es mucho más teórica que real.
Tercera. Parece que en muchas mentalidades actuales los logros obtenidos por la riqueza pasan a ser contemplados sólo como problemas: si hay muchas personas que llegan a disfrutar de una vida larga, se clama acerca del problema de las pensiones y se afirma tajantemente que no podrán mantenerse las pensiones públicas condenando a ¿la pobreza o a la muerte? a esos viejos que se empeñan en sobrevivir; y si es posible que todo el mundo no tenga que trabajar para vivir se alarman o escandalizan, recordando otras épocas cuando se afirmaba '¡hasta donde vamos a llegar: los no propietarios o las mujeres quieren también votar¡ o ¿quien trabajará si todo el mundo sabe leer?'. Estamos viviendo una época en que unos pocos países han alcanzado unos niveles de riqueza[24] que pueden bien permitir que no todo el mundo tenga que trabajar y que una gran parte de la población se pueda permitir el lujo de vivir bastantes años. De hecho, ya trabaja menos gente si tenemos en cuenta que los jóvenes empiezan a trabajar después de los 16 años, que a los trabajadores se les jubila mucho antes de los sesenta y cinco, y que hay muchas personas que querrían trabajar y no pueden. Sólo proponemos que la redistribución del trabajo sea voluntaria y más equitativa.
Recuadro 11.
Cuando consultamos los estudios sobre el tema de la vagancia, nos encontramos que estos profesionales no se ponen de acuerdo realmente en quien es un vago, ni que la incidencia de los clasificados como vagos es relevante.
De entrada, ya no están de acuerdo en como llamar al vago típico. Tienen cientos de nombres, tales como, "baldíos, vagabundos o vagamundos, holgazanes, bigardos, ociosos, haraganes, sopistas, tunos, galloferos, capigorros, malentretenidos, tunantes, sobejanos, pícaros, rufianes, bellacos, desarrapados, picaños, galopines, gandayos, arlotes, pedigones, andadores a la brida y tuna, gente suelta y desarraigada, etc.
Puestos a precisar para poder contarlos y castigarlos, unos estudiosos dicen que los vagos son los pícaros, otros que los pobres fingidos, algunos que también hay que adjuntar a los ociosos. Hay quien propone ampliar la lista e incluir a "los que no tienen otro oficio que el de vender por las calles y paseos agua, fruta, bollos, bizcochos, castañas, avellanas y otras cosas para muchachos; los que andan por las plazas vendiendo ligas y medias; los que van por las ferias y mercados con tostones, barquillos y tiendas de buhoneros; los que sólo venden a las puestas de las casas romances, estampas y hebillas descabaladas; los vendedores de pollos, pichones y perdices; los que van con máquinas reales, linternas mágicas, y con osos, perros y monas, y otros infinitos, empleados siempre en ocupaciones inútiles, que no pueden mantenerlos; todos los cuales aunque se consideraban malentretenidos, y de ninguna utilidad al estado, como no era por otra parte criminosos y delincuentes, parecía duro imponerles la pena del servicio de bajeles y arsenales".
Pero lo más sorprendente de todos estos cientos, miles de estudios sobre la vagancia, al que cientos, miles de estudiosos han dedicado millones de horas de reflexión, es el aspecto cuantitativo. Según el trabajo de Rosa Mª. Pérez Estévez (1974), que evalúa el problema de los vagos en la España del Siglo XVIII, el cual comienza explicando la dificultad que existe para contar vagos, ya manifiesta la discordancia que existe entre las diversas estimaciones; unos dicen que 150.000 y otros que un millón. Entrando más en detalle, la autora señala que en 1734, un año clave en el programa de recogida de vagos, las levas dan como resultado la sustanciosa cifra de 2.891 vagantes recogidos"; ¿cuántos más quedaban sin contar?. Tomando ahora la relación de vagos existentes y recogidos en la leva de 1759, según la autora había 4.276; en ambos casos, lo que nos agradaría saber, pero que no añade, es que porcentaje de la población total suponía esta ridícula cantidad de vagos. Y si toma la misma relación para la leva de 1764, otro dato sorprendente es el de la cantidad de vagos recogidos en Madrid de 1730 a 1781; durante este periodo se contabilizan 8.538 personas. Cuando considera todo el territorio español, los vagos eran 9.379 en 1759 y 8.170 en 1764. Viendo estas cifras, y si las ponderásemos por la población total española, ¿se puede concluir que la vagancia era/es un problema?
En fin, yo diría que la cuestión de la vagancia está caracterizada por una fuerte carga ideológica o religiosa, e incluso a veces hasta académica, y que desde estas posiciones es desde donde habría que contemplarla y debatirla.
Son muchos los problemas laborales que hemos indicado y que afectan la vida de nuestras poblaciones. Como hemos repetido tantas veces en este trabajo, la RB tiene una función muy importante. Que consisten conceder más grados de libertad a cada persona para poder enfrentarse y buscar una solución a los mismos.
Nos dice Marcuse que, en el sistema capitalista, unidimensional, "los hombres no viven sus propias vidas, sino que realizan funciones preestablecidas. Mientras trabajan no satisfacen sus propias necesidades y facultades, sino que trabajan enajenados".[25] Y Adorno añade que "la libertad consiste, no en elegir entre blanco y negro, sino en escapar de toda alternativa preestablecida".[26] Por tanto, la libertad consiste, no en elegir entre trabajo y ocio, única opción preestablecida en las sociedades capitalistas. La libertad, o por lo menos algunos grados de la misma, vendrá de la propuesta de la RB que es la que tiene la novedad de a través de otro nuevo sistema de relaciones laborales, introducir otras alternativas, otras posibilidades de organizar la vida propia al margen de las predeterminadas por el capitalismo.
LOS EMIGRANTES
Vacaciones en Europa
Llego a una playa, hay muchos como yo.
Estamos cansados, Tenemos que correr!!
Si nos engancha la policía
nos echan de nuevo como a porquería.
Si nos contratan los esclavistas
tenemos que ser ratas escondidas.
No sé que es lo mejor, pero no vuelvo.
Prefiero ésta mierda que volver al pueblo.
Aquí hay algo que está equivocado,
somos personas, no somos gusanos.
¿Por qué me tratas como a un peligro?
Yo sólo quiero buscarme la vida.
Continuamente soy Detenido,
por la Cara de Odio con la que me Miras.
¿Y dónde están?, Aún no hemos visto
todos los lujos que tienen los ricos.
¿Y Dónde están?, Aún no tenemos,
y sin papeles somos como muertos.
¿Dónde quedaron?, ¿Que les pasó?
A las mentiras de las televisiones
¿Y por qué estoy en la prisión?
¿Qué está pasando con mis vacaciones?
Welcome - Welcome!! Vacaciones en Europa.
Welcome - Welcome!! Ven a Disfrutar.
Welcome - Welcome!! Vacaciones en Europa.
Welcome - Welcome!! No lo Olvidarás.
CAPITULO 5.- HACIA UN NUEVO SISTEMA DE PROTECCIóN SOCIAL
La naturaleza
del hombre es tal que puede conseguir la perfección únicamente cuando
trabaja para el bienestar y la dignidad de sus conciudadanos. Karl Marx.
No venimos a pedir limosna, venimos a exigir justicia. Comandante Esther de EZLN
Uno de los aspectos de la organización social que se verá más afectado por la implantación de la Renta Básica es, sin duda, el denominado estado del bienestar. En esencia, el Estado del Bienestar consiste en el sistema de derechos que, tras duras luchas sociales, los trabajadores de algunos países han logrado establecer para que les protejan a ellos y a sus familias de los riesgos y las vicisitudes que impone el depender de un empleo para sobrevivir: protección contra el la enfermedad, los gastos y la falta de ingresos que la misma implica, el paro, la imposibilidad de ganarse la vida en la vejez, etc. Gradualmente estos derechos se han ido expandiendo y transformando, de forma que en la actualidad, en la mayoría de países ricos, una gran parte de la población disfruta de ciertos derechos que le protegen de los problemas más graves que le pueden afectar durante su vida. Aunque estos derechos se aplican en muchos países, es en Europa donde el Estado del bienestar ha alcanzado su mayor expresión y se considera al mismo como una característica importante de su organización social.
No obstante, con la excepción de la educación y la sanidad, que se han convertido en derechos universales,[27] todavía hoy, muchos, si no la mayoría de estos derechos, están vinculados al paso de su titular por el mercado de trabajo y es en función de ello que se extiende el derecho a sus familias. Las prestaciones que se conceden a quienes no participan en el mercado de trabajo tienen una fuerte consideración asistencial, más próxima a las normas de la caridad que a los derechos sociales.
La RB se concibe como un derecho ciudadano general y universal que garantiza unos ingresos permanentes a todas las personas. Ello supone un importante nivel de protección económica básica frente a las múltiples contingencias que pueden afectar a la ciudadanía actual. Por tanto, es evidente que la implantación de la RB implica un transformación sustancial del sistema de bienestar. Por un lado, porque al considerarse la misma un derecho de ciudadanía sin contraprestación e igual para todos, convierte en innecesaria la consideración del derecho habiente a cualquier vinculación con el mercado de trabajo y con los ingresos previamente percibidos. Por otra parte, al ser un derecho universal y general podría sustituir muchas de las prestaciones dirigidas a proteger la población de incidencias puntuales y riesgos de carencia de ingresos. Dado que en las sociedades modernas se cuenta ya con sistemas de protección social más limitados, en cierto modo, la RB pasa a constituir un derecho por encima de las prestaciones del Estado del bienestar, pero, por otra parte, la RB no puede relevar otras prestaciones generales como la sanidad y la educación De aquí la necesidad de analizar las relaciones y el impacto entre ambos sistemas.
Existe, además, otra razón que conduce a relacionar la RB con el Estado del Bienestar. Desde el último cuarto del siglo XX se está asistiendo a un importante esfuerzo de los poderes dominantes por desmantelar o reducir al mínimo el estado del bienestar. Es bien sabido que la globalización capitalista constituye un período duro para el bienestar de las poblaciones, debido a la consolidación del neoliberalismo, y el dominio de la burguesía. Unos en nombre del conservadurismo democrático, otros de la social democracia, y otros del centro,[28] se están imponiendo las llamadas políticas neoliberales en todo el mundo. Políticas conservadoras que tienen en común el favorecer abiertamente los intereses relacionados con el Capital y eliminar aquellos otros de las personas dependientes del Trabajo. Políticas que buscan permanentemente aumentar sus beneficios, y entre cuyos múltiples objetivos se puede destacar un intensísimo ataque al Estado del bienestar, tratando de privatizar y desmantelar los servicios públicos en todas aquellas áreas susceptibles de obtener substanciosos beneficios..
Para justificar el intenso debilitamiento del Estado del Bienestar y su intento de sustitución por servicios privados, el paso del ámbito de la administración pública a la gestión del capital privado, las instituciones oficiales y muchos profesionales que trabajan para las mismas, hacen referencia a 'la crisis del estado del bienestar', pretendiendo justificarla con argumentos claramente espurios. Primero, se afirma sin ninguna demostración sólida, que la gestión privada es más eficiente que la pública,[29] pero y sobre todo, se ha conseguido llevar a la opinión pública la idea de que los servicios públicos son financieramente insostenibles, que las sociedades actuales no 'tienen dinero' para pagar la sanidad y, muy especialmente, para financiar las pensiones, porque el número de personas mayores aumenta rápidamente, y el número de trabajadores en activo disminuye. Argumento que supone la más burda utilización ideológica frente a una mínima y rigurosa consideración económica, pues, no sólo nuestras sociedades producen y son hoy más ricas que nunca, sino que esta riqueza se obtenga con el trabajo directo de un menor número de personas, no tiene nada que ver si la distribución de la riqueza es la adecuada.[30] En la sociedades actuales el problema no es la falta de riqueza, sino como se distribuye, quien se apropia de la misma.
De todos modos, la idea de que es necesaria 'la reforma del Estado del bienestar' se ha impuesto en los dirigentes políticos y sociales, fuertemente impulsada por los organismos internacionales (las presiones del FMI, la OECD y la UE por la privatización de la seguridad social son impresionantes) y, actualmente en todos los países, se están diseñando e impulsando reformas del estado de bienestar, siempre en la dirección de la disminución de las prestaciones públicas y la privatización de todos los aspectos del sistema.
Si las poblaciones pretendemos mantener y, ¿por que no? expandir y mejorar los sistemas de Seguridad Social públicos, hemos de salir al paso de estas tendencias, y de estos mensajes. Nadie está en contra de reformar el Estado del Bienestar para mejorar su funcionamiento. No se niega tampoco la necesidad de mejorar el servicio y la eficiencia de una Seguridad Social, en ocasiones anquilosada por años de ejercicio burocrático, sin ninguno o con muy poco control de la ciudadanía. En este sentido, todo el mundo se vería favorecido por una revisión de la misma, en la dirección de una mayor descentralización de sus servicios, una mayor participación de los usuarios en su gestión, una aproximación a nuevas necesidades, etc. Pero no es esto lo que tratan de imponer sino la reducción de la Seguridad Social a los más estrictos mínimos asistenciales para los más pobres, y al desmantelamiento de todo tipo de derechos públicos para la población en general. Para enfrentar la realidad política y social que está imponiendo la burguesía en todo el mundo, y más concretamente en Europa y en España, coincidimos con Van Parijs en que ha llegado el momento de reflexionar sobre un nuevo sistema de protección social. Y para ello puede ser muy útil plantear nuevos sistemas de bienestar que supongan una renovación administrativa y organizativa, pero que, al mismo tiempo, supongan una mejora en las prestaciones públicas, en lugar de un recorte y privatización de las mismas.
Creemos que la RB puede jugar un papel clave en este contexto, ya que supone asumir y ampliar las prestaciones económicas hoy existentes, convirtiéndolas en derechos incondicionales, con una mínima carga organizativa y burocrática. La aportación de la RB a la constitución de un ágil y potente Estado del Bienestar, capaz de mejorar los modelos históricos de protección social publica y de enfrentarse a la ofensiva actual de la globalización, puede constituir otra razón poderosa para optar por el establecimiento de un modelo fuerte de RB.
Los sistemas de protección social pública que se han ido estableciendo en los diferentes países desde mediados del siglo XIX son el resultado de las reivindicaciones y los pactos acordados entre los grupos dominantes del sistema capitalista y los representantes de los movimientos obreros y populares. Estos sistemas de bienestar social se fueron implantando casi siempre teniendo como orientación dos modelos de referencia: el de seguro y el de solidaridad: [31]
En el modelo de seguro (Bismarck), "los trabajadores renuncian obligatoriamente a una parte de sus remuneraciones presentes, para constituir un fondo que se utilizará para cubrir los gastos de la atención de su salud, para suministrarles un ingreso cuando no puedan trabajar, ya sea porque pasaran cierta edad, tuvieran un accidente, enfermedad o se vieran afectados por desempleo involuntario. El contrato de seguro relaciona a un asegurado, que paga regularmente una prima al asegurador, con un asegurador que, en caso de siniestro o de hacerse efectivo un riesgo, paga una indemnización al asegurado. Este modelo de Estado del Bienestar se basa en un sistema de seguros sociales de carácter obligatorio que efectúa descuentos y transferencias, pero que no necesita más justificación ética que el interés personal de los cotizantes. Por tanto, no se puede percibir la prestación si previamente no se ha pasado por el mercado de trabajo y se ha contribuido con la correspondiente cuota social" (Van Parijs, 1996, 13).
En el modelo de solidaridad (Beveridge), "todos los titulares de ingresos primarios (del trabajo y del capital) renuncian obligatoriamente a una parte de sus ingresos para constituir un fondo que suministrará a todos los miembros de la sociedad un nivel mínimo de recursos, incluida la prima de un seguro de salud, ya sea porque no son capaces de atender ese mínimo de recursos por sus propios medios (en razón de edad, incapacidad, accidente, enfermedad) o por la imposibilidad de encontrar un empleo cuya remuneración le resulte suficiente. Esta solidaridad, expresada por las transferencias entre personas activas y no activas, se justifica porque toma en cuenta los intereses de todos, lo cual constituye la solidaridad en sentido fuerte, la solidaridad con aquellos a los que la suerte natural o social ha ubicado desde el principio en situaciones menos favorables que la nuestra" (Van Parijs, 1996, 16).
Hasta estos momentos, y siguiendo con Van Parijs, "toda la historia del Estado del Bienestar (o casi toda) puede ser leída como la historia de la lucha entre esos dos principios: por una parte, un principio de seguro simple, que es una solidaridad débil (reducible al interés personal) entre afortunados y desafortunados ex post;[32] y por otra, un principio de solidaridad fuerte (que va más allá necesariamente del interés personal) entre afortunados y desafortunados ex ante". Frente a estos modelos, dicho autor va a postular la conveniencia de establecer un nuevo modelo que denominará modelo de equidad:
En el modelo de equidad, Van Parijs formula la necesidad de "impulsar un Estado del Bienestar para el tercer milenio, que consista en un modelo de solidaridad más grande... un tercer modelo justificado desde la equidad...". Apoyándose en Thomas Paine (1796), que proponía gravar la renta de tierras o haciendas, y distribuir el total incondicionalmente bajo la forma de una asignación a cada adulto..., en este modelo de la equidad ya no se trata de transferir desde los más afortunados a los desafortunados, por temor a encontrarse un día en la misma situación que estos últimos (justificación aseguradora), ni tampoco porque los afortunados hubieran podido encontrarse en la misma situación (justificación solidaria). No, las transferencias están aquí requeridas por el simple hecho de dar a cada uno una parte igual de nuestro patrimonio común en el más amplio sentido (justificación equitativa). La prestación universal máxima sostenible no hace sino distribuir, tanto como sea posible entre todos, un patrimonio que tiende espontáneamente a ser monopolizado, muy desigualmente, por los que están mejor o más ávidos de aprovecharlo" (Van Parijs, 1996, 196).[33]
Valorando la importancia del modelo de equidad de Paine/Van Parijs, consideramos, sin embargo, que es necesario ir todavía más lejos. Aunque la equidad es un valor a reivindicar permanentemente, la naturaleza y la dinámica del capitalismo son esencialmente contrarias a tolerar que exista justicia no burguesa ex ante y ex post,[34] por lo que ya se ha dicho, que se considera necesario encarar la transformación del capitalismo con nuevas armas y conceptos, de los que la RB forma parte. Por ello se plantea el papel de la RB respecto al estado del Bienestar como relevante, e incluso crucial, pero como parte de
Un modelo anticapitalista, y desde una argumentación filosófica según la cual la RB no tiene como finalidad principal constituirse en el 'tercer modelo' de Estado de Bienestar, sino en la de ser un instrumento de lucha a disposición de todos los colectivos que estén explícitamente comprometidos con la transformación del sistema capitalista.
El estado del bienestar trata de dar una respuesta a las situaciones de precariedad laboral e inseguridad económica a través de diferentes políticas de mantenimiento de ingresos.
Las políticas de ingresos podemos clasificarlas de acuerdo con dos criterios iniciales: las que conceden directamente una suma de dinero y las que proporcionan trabajo o un empleo a los que carecen de él como medio de obtener un ingreso. A su vez, el mantenimiento de ingresos puede relacionarse con dos modelos: los que están vinculados (por el pasado o presente) con el mercado de trabajo (MT) o los que son independientes del mismo. Es decir, "unos, desde el derecho al trabajo, relacionando empleo e ingreso; y otros desde la renta básica, desligando esta clase de ingreso de la obligación de encontrar empleo" (Jackson, 1999). El Cuadro 15 recoge estas cuatro relaciones.
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MODELOS |
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Rentas Condicionadas Mercado de Trabajo |
Rentas Independientes del Mercado de Trabajo |
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CRITERIOS |
Mercado de Trabajo |
Empleo garantizado
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Trabajo Básico o Contraprestación laboral |
Prestaciones Económicas |
Subsidio de Paro
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Renta Básica |
Fuente: William A. Jackson. Trabajo citado
El Empleo Garantizado consistiría en mantener las rentas creando suficiente empleo y un buen nivel de salarios. Cuanta más ocupación se genere menos recursos se necesitan para financiar el paro y los programas de asistencia social. Esta posibilidad de crear empleo sólo la tiene el sector privado y el Estado. Sin embargo, las políticas de empleo del sector privado en la época de la globalización consisten en imponer la total desregulación del MT para disponer de la fuerza de trabajo en régimen de despido libre y gratuito y la eliminación del Salario Mínimo Interprofesional (SMI). A su vez, la política de empleo del Estado consiste en favorecer la desregulación del MT, reducir el empleo público y privatizar los servicios que atendía desde el Estado del bienestar. Garantizar el empleo con buenas remuneraciones, sería una medida eficaz para mantener las rentas, pero no parece ser un propósito de las empresas privadas y del Estado en la época del capitalismo global. Además, de ningún modo estas medidas estarían entre las recetas recomendadas por el FMI, que mientras "la buena marcha de la economía mundial está llenando sus propias arcas, insta al Gobierno a abaratar el despido y a retrasar la edad de la jubilación".[35]
Hemos de recordar que, actualmente, la pobreza también la padece buena parte de las personas con empleo. Si el salario medio está en 220.000 pesetas mensuales, en una familia de tres personas, su renta per capita no alcanzaría las 100.000, cantidad que se requiere para estar en el umbral de pobreza y no ser considerado pobre. Por ejemplo, en aquellas familias con ingresos de 150.000 pesetas mensuales, la renta per capita familiar supondría 50.000 pesetas, nivel definido como de pobreza severa. Se puede estar trabajando y ser muy pobre al mismo tiempo
El Subsidio de Paro tampoco parece ser la mejor medida programada para defender y aumentar el nivel de rentas. Muchos parados no reciben dicha prestación por causas diversas, y, en otros casos, el importe de la prestación es muy bajo. A pesar de ello, la OCDE recrimina al Gobierno español que todavía mantenga un Estado del bienestar "tan generoso"; respecto al despido, "la organización critica al Gobierno por el elevado número de trabajos temporales que existen y pide reducir más las indemnizaciones por despido prevista para los contratos temporales y los indefinidos..." [36] También recomienda eliminar "la distinción entre despido procedente e improcedente", lo que supone que si el Subsidio de Paro está en función del tiempo cotizado y de que el cese sea improcedente, eliminar esta distinción es imposibilitar el cobrar el subsidio de paro. Por otro, al igual que en su día lo hicieron los respectivos Gobiernos socialistas, el Gobierno del PP está siempre recordando e insistiendo en la necesidad de seguir con la flexibilización del mercado de trabajo, lo cual supone endurecer más los criterios para tener acceso al subsidio de paro y a las pensiones; asimismo, el Gobierno ya está proponiendo que sindicatos y partidos firmen el segundo Pacto de Toledo,[37] que tiene como uno de sus objetivos "el calcular la pensión con base a los años cotizados durante toda la vida profesional y no de los últimos 15 años".[38]
La Contraprestación Laboral, o Trabajo Básico (TB), se define como aquel nivel de empleo mínimo que el Estado se compromete a facilitar a todas aquellas personas que buscan y no encuentran empleo en el MT (por ello se incluye en políticas independientes del mismo). El TB podría consistir en una actividad mínima proporcionada por el sector público, que garantizase un salario mínimo pero suficiente para cubrir un nivel de "vida digna".[39] En definitiva se convierte en un subsidio con la obligación de una contraprestación laboral. Frecuentemente, los defensores del TB señalan que muchos de los servicios sociales podrían ser atendidos mediante contraprestaciones de este carácter socio-laboral. Pero este deber de contraprestación introduciría unos efectos perversos sobre el empleo público que el Estado tiene contratado actualmente en el MT: degradaría las condiciones de empleo, los niveles salariales, la calidad profesional, el contrato de empleo, etc. (Iglesias; 97). Además, el hecho de realizar un trabajo como contraprestación suena a obligatorio, a trabajos forzados, a campo de concentración, a mano de obra forzosa que se aplicaría muchas veces para realizar aquellos servicios que el sector privado de la economía no encuentra rentables.
Finalmente, queda el modelo de la Renta Básica (RB), objetivo central de este estudio. Hemos explicado como la RB consiste en garantizar a cada ciudadano/a el derecho a percibir periódicamente unos ingresos que sean adecuados para cubrir las necesidades materiales de cada persona. Satisfacer estas necesidades, con su correspondiente coste en dinero, variará según el momento histórico, el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas y la capacidad de generar riqueza, la cultura de cada pueblo, etc. La RB, al ser general abarca a toda la ciudadanía y no existen requisitos que lo delimiten, no requiere contraprestación alguna por lo que no compite en el mercado de trabajo, con prestaciones a nivel del Umbral de pobreza evita que está se consolide y, finalmente, no tiene prácticamente costes de gestión burocráticos. Mientras que los tres primeros sistemas de prestaciones pertenecen y responden a modelos de bienestar social propios de un capitalismo del siglo XX, parece que este nuevo derecho ciudadano a una renta básica tiene las características y presenta las ventajas suficientes que lo hacen idóneo para establecer los fundamentos de un nuevo modelo de bienestar social público para el siglo XXI (Iglesias; 2000).
La RB, por tanto, sin perjuicio de su carácter de instrumento transformador del sistema económico y social que se destaca en este trabajo, puede también ser una magnifica herramienta para facilitar la remodelación radical del Estado del Bienestar a favor de la mayoría de la población. Por tanto, en esta investigación se propone que la RB sea considerada como eje o pivote esencial de las prestaciones económicas de un nuevo Estado del Bienestar reforzado y ampliado, y que las demás prestaciones sean revisadas y articuladas con la primera para constituir un sistema conjunto renovado que, genuinamente, asegure a todos los ciudadanos la provisión de los ingresos materiales esenciales para cubrir sus necesidades en todas las situaciones de su vida. Aunque es obvio que la propuesta de establecer la RB tiene probablemente más dificultades que los modelos anteriores de sostenimiento de la renta, creemos que su utilidad y equidad justifican la misma y estimulan a luchar por su consecución.
Este nuevo esquema requiere la refundición de la gran mayoría de prestaciones económicas y las ayudas monetarias de los servicios sociales en la RB, así como el gasto de la gestión de todas las prestaciones sociales y la adscripción de todo este total al fondo de Renta Básica, como se ha señalado en el Capítulo 3.[40] En su debido momento, habrán de elaborarse los cambios jurídicos y organizativos que ello suponga.[41] Toda esta refundición afecta también a los programas de ayuda social a nivel municipal, así como a aquellas ayudas y subsidios que se conceden directamente desde otros departamento o ministerios relacionados con la política sociolaboral. En el caso de Catalunya, ya se ha señalado que uno de los problemas para la implantación de la RB reside en que no han sido transferidas las competencias de la Seguridad Social y que existe una gran resistencia para la ruptura de la caja única, lo que es un indicador de algunas de las dificultades de tipo legal y administrativo que se habrán de afrontar, pero que no parecen insuperables.
La refundición presenta múltiples ventajas. En primer lugar la simplificación de la gestión administrativa y su correspondiente coste, pero, más importante, la nivelación al nivel del Umbral de Pobreza de muchas de las prestaciones que actualmente están considerablemente por debajo de dicho nivel, supondría una importante mejora en una gran parte de la población. En el Recuadro 12 se proporciona alguna información ilustrativa respecto a los pensionistas, por ejemplo:
Recuadro 12. Algunas consecuencias de la refundición de prestaciones sociales en la RB en los pensionistas
A nivel de Estado español , el 75% de las pensiones perciben una cantidad mensual por debajo del umbral de pobreza; de estas pensiones, un 14% cobraban una cantidad igual a la definida como pobreza severa.
De acuerdo con el Cuadro A.7, donde tomamos como referencia la comparación entre la pensión media mensual y la RB medida por la cantidad del umbral de pobreza, unas 439.700 pensiones en Cataluña, o un 31,5% del total, verían sus ingresos mensuales incrementados muy sustancialmente; las pensiones contributivas por Jubilación aumentarían en unas 30.000 pesetas, y las de Orfandad y Favor a familias en unas 50.000 pesetas (casi dos veces más). El aumento espectacular se daría en las pensiones no contributivas o asistenciales, las cuales se doblarían o triplicarían, según fuesen por Incapacidad y Jubilación, o por Enfermedad y Vejez. Finalmente, es obvio que las personas más desprotegidas (Lismis), como son aquellas que padecen algún tipo de disminución física y psíquica, fuesen las que se viesen sus pensiones más favorecidas por la RB; estas pasarían a percibir 83.539 pesetas mensuales de 1999 en vez de las 24.700 pesetas de promedio medio mensual en ese momento en vigor. Entre un 32% y un 75% de pensionistas verían mejorados sus ingresos económicos.
Se ha puesto en práctica, como parte de la filosofía liberalizadora de los Gobiernos, el privatizar los servicios sociales; residencias de ancianos, ayuda a domicilio, etc. Pronto va a ocurrir que los que no puedan pagar estos servicios se quedarán en el mayor desamparo. Con la RB, estas personas podrían afrontar estos gastos, a la vez que contribuirían a generar empleo en estas actividades.
Sin embargo, la refundición en la RB de muchas de las prestaciones sociales actuales, no debe entenderse que suponga la desaparición de algunos servicios sociales que, no consistiendo en prestaciones económicas, son necesarios y útiles para la ciudadanía. Ya se ha señalado más arriba que bienes y servicios sociales de la importancia y magnitud de la educación y la sanidad no deben ser afectados por la RB más que en caso de mejorarlos. Asimismo, todos los servicios municipales que consisten en la ayuda y orientación personal, no en términos monetarios, a la ciudadanía, deben ser mantenidos y expandidos. La RB no pretende tener como objetivo, ni ser capaz de cubrir todos los frentes, sino sólo aquellos referidos a un nivel de ingresos básicos necesarios para la sobrevivencia, y son sólo las ayudas monetarias que ahora existen en esta dirección las que deben ser sustituidas. Por ejemplo, con la RB desaparecería el Programa Interdepartamental de la Renda Mínima d'Inserció (PIRMI), pero no la atención en forma de información, asesoramiento, seguimiento y, en su caso, de apoyo personal que a través de la asistencia social los ayuntamientos prestan a las familias o personas en dificultades.
Por último, y a nivel de conjunto, toda la población española se vería favorecida por la substitución de todas estas prestaciones por la RB, ya que mejoraría el gasto social realizado en el país. Según el primer informe España en Europa, realizado por la Dirección General de Ordenación Económica de la Seguridad Social con datos de Eurostat, [42] el gasto en protección social en España no pasa del 48,5% de la media europea; dicho gasto se situó en España en 1997 en 2.624 ecus[43] por habitante, unas 440.000 pesetas, el 48,53% del promedio dedicado al mismo fin en el conjunto de la UE (5.407 ecus) y el 48,35% de los once países del área euro (5.247 ecus). Esto situó a España como el antepenúltimo país comunitario en protección social, sólo por delante de Grecia (2.376 ecus) y Portugal (2.037 ecus). Los países con más alto nivel de gasto en protección social triplican largamente el gasto per capita español, como es el caso de Dinamarca, 8.577 ecus; Luxemburgo, 8.526 ecus; y Suecia, 7.958 ecus. mientras Holanda y Bélgica lo doblan. Esta diferencia se debe a que España dedicó al gasto social una parte significativamente menor del PIB, un 21,4% frente a un promedio del 28,2% del conjunto de la UE".[44] Como la RB supone aumentar considerablemente el gasto para poder financiarla, ello supondría una mejora muy sustancial en la aportación que la riqueza producida por el país, supone para la mayoría de la población del mismo.
Recuadro 13. Algunas prestaciones sociales que se refunden en la Renta Básica
DESDE LA SEGURIDAD SOCIAL
La Función 1: Prestaciones Económicas
Grupo11: Pensiones
1101 Invalidez permanente y recuperación (contributiva y no contributiva)
1102 Jubilación (contributiva y no contributiva)
1103 Muerte y supervivencia (viudedad, orfandad, maternidad, pensión a favor de familiares)
Grupo12: Incapacidad Temporal y otras Prestaciones
1204 Incapacidad temporal
1205 Prestación familiar y otras prestaciones (contributiva y no contributiva)
1206 Capitales renta y otras compensaciones finales
Grupo13: Administración y Servicios Generales
La Función 2: Asistencia Sanitaria
PERMANECE VIGENTE
La Función 3: Servicios Sociales; todo lo que suponga ayuda monetaria
Grupo 31: Atención a Minusválidos
3141 Prestaciones económicas
3142 Atención básica
3143 Recuperación en residencias,
Grupo 32: Atención a la Tercera Edad
3244 Atención en hogares y clubes
3245 Atención en centros residenciales
3246 Turismo y termalismo social
Grupo 33: Otros Servicios Sociales
3347 Integración social y ayuda a domicilio
3348 Atención a refugiados
3349 Prestaciones técnicas
3350 Acción asistencia y social
3351 Acción formativa
3252 Higiene y Seguridad en el trabajo (permanece vigente)
Grupo 34: Administración, Servicios generales y Control Interno de Servicios Sociales
Grupo 35: Transferencias a CC.AA. por los Servicios Sociales asumidos
La Función 4: Tesorería, Informática y otros Servicios Funcionales Comunes
DESDE EL INSTITUTO NACIONAL DE EMPLEO (INEM)
Subsidio de paro (contributivo y asistencial)
Fondo de garantía salarial y de Formación profesional.
Cotizaciones por horas extras y Contratos de aprendizaje
Las políticas activas y pasivas de empleo:
Activas: el gasto público dedicado a la formación profesional, a los subsidios a diversos tipos de contratación, al empleo de personas discapacitadas, etc.
Pasivas: el gasto dedicado al subsidio de paro, las prejubilaciones, etc.
José Peral Jiménez
Tú sabías que iba a pasar
Tú sabías que iba a pasar
que en la ciudad donde el látigo
ocupa el primer lugar en las caderas del macho,
algún día, como las setas
que comen cardos ajados,
por sus calles tan de hierro
medrarían el polvo y los charcos.
Tú sabías que podría ser
que algún día en sus manos
les reventarían las bombas
fabricadas en sus palcos
y destinadas a los vuestros,
los nuestros y sus hermanos.
Tú escuchabas comentar
que en el sur mueren muchachos
por un trocito de pan
y otros por ni probarlo,
y sabías que alguno de ellos,
si no conseguían matarlo
vendrían algún día a cobrar
a donde se fabrica el daño.
¿De qué te extraña sabiendo
que íbamos a pagarlo?
¿Por qué te asusta la sangre
ahora que cambia el vaso?
Tú sabías que iba a pasar,
¿no te acuerdas que lo hablábamos,
que la luna algún día bajaría
con un turbante de barro,
una chilaba de humo
y un alfanje en la mano
y atardecerían los ríos
con sangre de americanos?
Tú sabías que iba a pasar
Porque siempre hay un sudario
Bajo una cruz confundida
En ciénagas de calvarios.
Tú sabías que iba a pasar
¿por qué te tiemblan los labios?
Ahora que los escombros han caído al otro lado.
Tú los sabías de sobra,
Sabías que estaba cantado
Y que algún día, tú lo sabías,
Le arderían los cuernos al diablo.
CAPITULO
6.-
IMPACTO
MACROECONóMICO
DE
LA
RENTA
BáSICA
La implantación de la Renta Básica tendrá un fuerte impacto en todas las variables macroeconómicas. Los diversos sistemas que pueden establecerse para la misma inciden en la actividad y la eficiencia económica y por tanto en la competitividad y el crecimiento; en las pautas de empleo, en los salarios, en los impuestos y el presupuesto público; así mismo en el consumo, el ahorro, en la inversión y en la inflación; supone también una profunda alteración de la distribución de la renta y el bienestar de la población. El apartado que sigue tiene como objetivo identificar algunos de estos impactos y detectar las probables consecuencias de la implantación de la misma.
Para conocer estos impactos podría recurrirse a un enfoque econométrico que cuantificase dichas repercusiones. No obstante, para hacerlo integrando las diversas variables habríamos de recurrir a modelos econométricos muy complejos, y elaborados por instituciones con muchos recursos: ministerios, servicios de estudios de grandes bancos, etc. Esta metodología:
Plantea grandes dificultades para disponer de los datos necesarios, que en algunos casos no existen, y en otros son de ardua disponibilidad. La cuestión se agrava más si hay que desarrollar este trabajo a nivel de Comunidad Autónoma, como es el caso de este estudio, y no del estado en su conjunto.
Constituye una tarea bastante compleja y muy trabajosa para hacerlo con los recursos de un investigador aislado e independiente.
Pero y especialmente, es sabido que las predicciones de los modelos sólo son válidas cuando se mantienen los parámetros que los soportan, es decir, si se supone la constancia de los parámetros del mismo, mientras que, como veremos más adelante, lo que la Renta Básica va a suponer es precisamente una alteración significativa de dichos parámetros, por lo que las predicciones basadas en dicho modelo no serían adecuadas ni válidas.
Además, si se pretende sustituir la información inexistente con estimaciones más o menos aproximadas, lo que sucede es que las situaciones son tan hipotéticas, y las variaciones que se pueden considerar de las mismas tan numerosas, que seleccionar una específica entra dentro del territorio de la más amplia especulación y arbitrariedad. Por ejemplo, ¿como estimar la propensión al consumo de las mujeres de clase media que antes de la renta básica no percibían ningún ingreso personal, pero familiarmente disponían de una situación económica acomodada?, o, ¿cómo se va a evaluar la motivación para invertir de los empresarios después de que se haya impuesto a las empresas un importante gravamen a la actividad económica o al valor añadido, que va a extraer de la misma una parte muy importante de sus beneficios? Realmente, intentar asignar un valor cuantitativo a estos elementos entraría más en el terreno de la fantasía que en el de un intento de estimación rigurosa.
Por lo tanto, no nos proponemos una estimación cuantitativa precisa del impacto macroeconómico de la RB, que consideramos que no sólo no es posible, sino que ni siquiera es deseable, pues sería demasiado arbitraria. Lo que haremos es buscar la identificación y el análisis de las principales consecuencias macroeconómicas y, en algún caso, alguna evaluación cuantitativa ilustrativa de su impacto.
La evaluación del impacto macroeconómico depende en gran parte de como se plantea la resolución de la financiación de la RB. El impacto macroeconómico que evaluamos aquí está basado, como es lógico, en el sistema de financiación que se propone en este trabajo, recogido en el Capitulo 3.
La sociedad está dividida en distintos grupos sociales que perciben rentas medias diferentes. La Renta Total, en términos de PIB o Valor Añadido Bruto (VAB), es igual a la renta media de cada grupo por el número de unidades de cada grupo.
El análisis sobre el impacto macroeconómico de la RB se realiza sobre lo que se denomina en este trabajo el modelo fuerte de la misma y con el programa de implantación señalada en el Capitulo 3. Se considera que las consecuencias de los modelos débiles pueden deducirse con facilidad de las establecidas para el primero.
Para el estudio de impacto macroeconómico nos vamos a concentrar en el análisis del período de transición que es cuando la implantación de la RB va a suponer un drástico cambio en la panorámica social. El período de transición es aquel en el que se irán realizando los cambios y ajustes necesarios a la nueva situación, de modo que una vez completado el mismo, la sociedad se habrá adaptado a la nueva situación, y su dinámica se habrá convertido ya en habitual. Ya se ha señalado que el período considerado para el proceso de transición a la RB consiste en 20 años.
Aunque el ámbito de análisis de todo este trabajo es Catalunya, para muchos de los aspectos macroeconómicos, ya se ha señalado que no es posible diferenciarla del Estado español como ámbito de decisión y reacción. Todos los cambios en las variables incluidas en el análisis afectan por igual a toda la población, y los agentes económicos (empresas) residentes en el país; es decir, no se establecen diferencias ni en el impacto ni en la reacción entre catalanes, y otros españoles o extranjeros que residan en el país.
La sociedad está dividida en grupos sociales y las personas de cada uno de esos grupos tienen ingresos distintos. Se considera que cada grupo social tiene un ingreso medio especifico y distinto de los demás grupos sociales. La conducta de cada grupo puede estimarse en función del individuo medio del grupo.
El consumo y el ahorro de una colectividad es la suma de los consumos y ahorros de sus diversos grupos sociales. Como aproximación se considera que se calcula multiplicando el consumo o ahorro medio de una persona de cada grupo por el número de personas en cada grupo y sumando los consumos y ahorros de todos los grupos.
Una persona o familia con sus ingresos o los gasta (consumo) o los ahorra. Se considera aquí que el consumo es función de la renta disponible.[45] Partimos de que cada grupo social con distintos ingresos gasta una proporción de sus ingresos diferente (propensión marginal /media al consumo diferente). A medida que aumenta la renta de una persona la proporción que gasta de sus ingresos es menor (propensión media al consumo decreciente). Ello supone que las personas o grupos sociales con ingresos más altos ahorran una mayor proporción de sus ingresos.
Cuando una persona o familia recibe la RB se considera que sus propensiones marginales al consumo y al ahorro van a pasar a ser las del nuevo grupo de renta en que se sitúa y no las de su grupo de origen. Por ejemplo: Examinemos una familia de 3 personas con un solo perceptor de renta que gane 180.000 pesetas: Antes de la RB dispone de 60.000 pesetas por persona. Y su propensión marginal al consumo es de 0,9%, es decir, gasta al mes 162.000 pesetas y ahorra 18.000 pesetas. En algún momento en los 10 primeros años de implantación de la RB esta familia recibirá por este concepto 160.000 pesetas. (80.000 x 2) que se añaden a las del sustentador principal (que no recibirá la RB hasta pasados diez años, ni tampoco mejorará su salario). Así que tendrán unos ingresos totales de 340.000 pesetas. De estos ya no gastarán tanto, sino que ahorraran más. Por ejemplo, supongamos que es 0,7+0,3 por cada peseta que ingresen: Entonces gastarán: 238.000 pesetas y ahorrarán 102.000 pesetas. La proporción de ahorro ha aumentado y la de consumo ha disminuido.
Como la RB supone una redistribución de la renta hacia los grupos de rentas menores, ello implica que estos grupos consumirán o demandarán más que anteriormente. Por otra parte, los grupos con ingresos más altos tendrán que pagar más impuestos, pero estimamos que no es probable que por ello disminuya su consumo sino que, en todo caso, ver más adelante, disminuirá su ahorro.[46] Por tanto, se puede estimar que con la RB el consumo individual aumentará.
La implantación de la RB debiera ser una buena oportunidad para revisar el modelo de consumo actual, conducente al aumento indiscriminado de la pertenencia de un volumen siempre creciente de mercancías no necesarias para el bienestar de la población y que no es ecológicamente sostenible. De aquí que pudiera aprovecharse esta oportunidad para intentar orientar a la población hacia esquemas de consumo socialmente más coherentes y ecológicamente sostenibles que, por supuesto, deberá realizarse en el más absoluto respeto a la libre voluntad de las personas, a través de incentivos y creando un ambiente social conducente a un consumo diferente. No obstante, esta voluntad de un consumo diferente no afecta a las estimaciones actuales sobre la evoluciono del consumo a corto plazo que se realizan en este estudio.
Al intentar estimar cuantitativamente los ingresos y gastos personales o familiares nos encontramos con problemas que muestran con claridad la arbitrariedad de una estimación estadística y refuerzan la decisión que hemos expresado al principio de este apartado de no intentar una evaluación cuantitativa del impacto de la RB en las variables macroeconómicas. Respecto al consumo y el gasto personal y familiar, los problemas principales para una estimación realista consisten en:
Los datos estadísticos desagregados disponibles respecto a niveles de ingresos y gastos (Véase Cuadro A.15 en el Anexo estadístico) presentan una situación anómala, en el sentido que hasta la última decila de ingresos y gastos las personas o familias gastan todas más de lo que ingresan, aspecto imposible en el mundo real. Esta extraña situación es debida, probablemente, a que los ingresos de los no trabajadores son subestimadas muy sustancialmente siendo los ingresos reales muy superiores a los que se computan estadísticamente: "el problema más relevante con el que hay que enfrentarse al utilizar esta base de datos es el derivado de la sistemática infravaloración de las rentas del capital y de los empresarios individuales, lo que puede generar sesgos en el análisis de la distribución personal o familiar de la renta".[47] Lo que nos impide hacer una estimación cuantitativa válida de cual es la propensión media al gasto de las personas o familias según su nivel de ingresos.
Los datos corresponden al período 1990-1991 ya que no se disponen de datos desagregados por niveles de renta y Comunidades Autónomas para períodos posteriores. Dado el cambio en niveles de renta y hábitos de consumo desde dichos períodos es muy arbitrario tomar como constantes las propensiones al gasto de un periodo de hace 10 años.
Para realizar una estimación para el período de transición la cifra de personas afectadas cada año variará y, como corresponden a grupos de renta distintos, también variarán sus respectivas propensiones al gasto. Esto introduce complicaciones adicionales en la estimación, que se han resuelto considerando el aumento de gasto o consumo por persona que permite evaluar el aumento de gasto y ahorro en función del número de personas afectadas anualmente.
A pesar de todo ello vamos a realizar un mero ejercicio para mostrar como, si se dispusiera de los datos adecuados, no sería demasiado complicado realizar estimaciones, incluso sin recurrir a complejos modelos econométricos. Pero, insistimos, en que estos ejercicios ilustrativos tienen una extremadamente limitada validez cuantitativa, si alguna.
Sobre estas insatisfactorias bases estadísticas, aún es posible establecer algunas inferencias respecto al hipotético aumento en el consumo:
Ingresos totales después de la RB. Si a los ingresos sin RB se les añade la RB (que para el año 1990-1991 y según nuestra definición alcanzaría el importe de 523.658 pesetas) los ingresos totales de las personas serían los reflejados en la columna 3 del Cuadro A.16.
Ya se ha señalado que tras la RB todas las personas o familias pasarán a tener una propensión marginal al consumo y al ahorro equivalente a la de la categoría de sus nuevos ingresos. Aunque en teoría se supone que el consumo aumentará menos que proporcionalmente a los nuevos ingresos y el ahorro más que proporcionalmente, debido a la anomalía en la información, en el Cuadro A.15 se observa que la propensión al ahorro sólo se manifiesta, y débilmente, en la decila superior. No obstante, aparece con claridad que la propensión media al gasto aunque mayor que la unidad disminuye a medida que aumentan los ingresos.
Realizaremos nuestra aproximación a nivel de persona y no de familia ya que, debido a la subvaloración de las rentas del capital, la propensión media al gasto esta sobrevalorada y conviene tomar la cifra más baja que corresponde al ingreso y gasto por persona, y no al de la familia, aunque generalmente las decisiones de gasto se tomen a nivel familiar.
Propensión al gasto. Según la información del Cuadro A.15, sin RB todos los niveles de ingresos hasta la última decila tienen un gasto superior a los ingresos. Es decir, sólo para ingresos por persona superiores a 1.500.000 pesetas se produce un ahorro positivo.[48] Después de la RB, columna 3, sigue siendo todavía sólo la última decila la que presenta cifras de ingresos superiores al millón y medio, y, por consiguiente, el grupo que presentaría un ahorro positivo del 5% (100-95,9= 4,1) según el Cuadro A.15.
Escenarios respecto a la propensión al gasto. Parece muy aventurado pensar que con un ingreso adicional sustancial, las personas continuarían teniendo un gasto superior a su ingreso (lo que implica endeudamiento), por lo que con total arbitrariedad suponemos que después de la RB la gente con ingresos hasta 1,5 millones gastará todo su ingreso (estimación muy por debajo de la propensión media al consumo que reflejan los datos de los Cuadros A. 15 y A. 16). Esto constituye el primer supuesto para estimar el impacto en el Consumo.
Existe también otro dato que podemos utilizar para estimar el gasto o consumo, si bien es de naturaleza macroeconómica. Sabemos que el ahorro total del país oscila en torno al 20% del PIB, de donde se deduce que el consumo total esta en torno al 80%. Esta estimación, sin embargo, sobrevalora en mucho el ahorro de las personas y familias (subvalora el consumo) ya que en el 20% de ahorro está incluido el ahorro empresarial. A pesar de ello utilizaremos este escenario como limite inferior al aumento del consumo. Tomamos entonces este dato macroeconómico para construir el segundo supuesto, en el que suponemos que la propensión media al consumo para el total del estado es del 80% de los ingresos.
Con estos dos escenarios, del 100% y del 80% de los ingresos dedicados al gasto respectivamente, estimamos el gasto adicional que supondría la RB en cada escenario, que se refleja en las columnas 5 y 7 del Cuadro A.16. Si la propensión al consumo fuera del solo del 80% el consumo aumentaría en un 16%, o 0,8% anual durante el periodo de transición, mientras que si el consumo se mantiene en el 100%, el consumo aumentaría en un 45% o un 2,25% anual.
Merece la pena destacar que el incremento del gasto es en todos los casos inferior al importe de la RB. Ello es debido al límite que hemos fijado de que el gasto sea igual (100%) o menor (80%) que el ingreso total. Como estadísticamente antes de la RB se estaba dando un gasto mayor al ingreso, ahora, por definición esto no sucede y el gasto adicional es menor que los ingresos adicionales. A pesar de ello se observa que el consumo por persona aumenta entre 300.000 y 500.000 pesetas en el escenario más plausible y entre 145.000 y 175.000 en el más restringido. Es decir, frente a una situación de un consumo de casi 600.000 pesetas y un endeudamiento del 50% para las personas más pobres antes de la RB, pasarían a un consumo de 900.000 pesetas (50% más) sin endeudamiento. Una mejora muy sustancial a pesar de la subvaloración del aumento en el consumo que se ha realizado sistemáticamente..
El aumento en el consumo puede ser mayor a lo estimado debido a la seguridad en los ingresos que proporciona el saber que se va a disponer de una RB permanente. Las personas de muy bajos ingresos, que generalmente suelen ser también los que los tienen más inciertos, pueden ver estimulado su consumo al saber que van a disfrutar de unos ingresos permanentes, lo que les evita tener que reducir sus gastos a niveles muy bajos para prever las contingencias futuras.
Este aumento en el consumo corresponde principalmente al periodo de transición, pues una vez alcanzados unos nuevos niveles de ingresos estos se convierten en habituales y el aumento se detiene. Muy probablemente el aumento en el consumo más acentuado corresponderá a los primeros cinco años de implantación, ya que es cuando la RB afectará a los niveles de ingresos actuales más bajos. El Gráfico 2 refleja esta evolución.
Ver Gráfico 2.- Impacto temporal de la renta básica en el consumo (pinchar Atrás para volver a esta página)
Ahorro + Consumo = Ingresos totales, (A + C = I) es lo mismo que señalar que de cada peseta/euro que se disponga, una parte se dedica al consumo y otra al ahorro: c´ + a´ = 1. Llamamos a c´ propensión media/marginal al consumo y a a´ propensión media/marginal al ahorro; por tanto, 1 - c´ es la proporción que va al ahorro igual a (1- c´= a´)
Sin embargo, no queda mas remedio que repetir que según la información que nos proporcionan los Cuadros A. 14 y A.15 sólo las personas con ingresos superiores a 1.500.000 pesetas ahorran y que éstas sólo constituyen una décima parte de la sociedad. Incluso con la percepción de la RB no llegan a unos ingresos por persona superiores a millón y medio. Las personas con ingresos inferiores a esa cifra gastan más de lo que ingresan y la percepción de la RB sólo les permitirá disminuir esa diferencia. Según estos datos, el noventa por ciento de las familias en Catalunya no ahorran nada. De aquí que no se pueda esperar que la percepción de la RB aumente el ahorro social, o sólo en la pequeña proporción que afecta a la última decila.[49]
Pero ya se ha señalado que la información estadística es difícil de interpretar. Los datos macroeconómicos sobre el ahorro señalan que en Catalunya el ahorro familiar bruto y neto son del 9,6% y 6,4% del PIB respectivamente (Fundación BBV), lo que indica claramente la existencia de un ahorro sustancial. Hipotéticamente, es posible que este ahorro lo realicen sólo las familias de la decila superior de ingresos, lo que haría coherente la información, pero el supuesto parece un poco extremo. Más todavía teniendo en cuenta la existencia en Catalunya de importantes instituciones (las Caixas) que se nutren principalmente de los ahorros familiares, y la tendencia de las familias, y más de las familias catalanas, a intentar ahorrar siquiera un poco para prever contingencias desfavorables.[50] De todos modos, ni tenemos otros datos ni parece probable que el establecimiento de la RB suponga un aumento sustancial del ahorro en las familias con medios más modestos.
Por el contrario, muchas familias van a tener que pagar impuestos superiores a los que pagan en la actualidad para financiar la RB y hemos supuesto más arriba que dichos pagos no iban a repercutir en su consumo sino en su ahorro. De aquí que aquellas familias que resulten con ingresos netos inferiores a los anteriores disminuirán su ahorro por el importe total que tengan que pagar en impuestos para financiar la RB.
Como de lo que reciban las familias más modestas como RB en cualquier caso solo ahorrarían una parte, mientras lo que disminuye el ahorro de las familias que pagan impuestos es del total, la disminución del ahorro será mayor que el aumento que suponga el ahorro de las rentas más bajas. (El resultado sería también el mismo si consideramos que las familias con rentas más altas aunque no pagasen todos los impuestos con los ahorros dejan de ahorrar para pagar los impuestos, porque la propensión marginal/media a consumir de las familias con rentas más altas es mayor). Por tanto, con la RB el Ahorro familiar disminuirá
Es más difícil estimar que sucedería con el ahorro empresarial. Por un lado, es posible que los ahorros de las empresas aumentasen debido a que el mayor consumo y la correspondiente demanda de las familias modestas por un lado, y la posible congelación de salarios por otro, faciliten el aumento de la actividad económica y los beneficios empresariales; por otro los impuestos que las empresas tengan que pagar para financiar la RB aumentarían considerablemente, con lo que su ahorro puede disminuir (véase más abajo el tratamiento de la Inversión). No podemos realizar una estimación cuantitativa ni siquiera probabilística a este estadio, pero es un elemento que cualitativamente es necesario tener en cuenta.
Suponemos que todos los impuestos adicionales que las familias tengan que pagar para financiar la RB saldrá de los ahorros (y no del consumo). Consideramos que no hay aumento de la propensión al ahorro ni de ahorro de las familias al recibir la RB:
Disminución del ahorro de las familias y empresas. Lo que cada familia individualmente tenga que pagar adicionalmente para financiar la RB dependerá del nivel de sus ingresos y del sistema fiscal que se establezca para ello. Pero en total tendrán que pagar en impuestos aquello que hay que financiar que no se cubra con otras fuentes.
Si nos referimos al Cuadro 3, del Capítulo 3, resulta que al final de los 20 años se necesita el 39,2% % del PIB para la RB. De este porcentaje 16 puntos corresponden a la reasignación de gastos que ya se están haciendo (11,1 de la Seguridad Social y 4,9 de reasignación presupuestaria). A estos habría que sumarles los 5,5 del fraude fiscal pero no los incluimos ya que en el limite la disminución del fraude podría suponer disminución del ahorro de los defraudadores, por lo que hay que encontrar financiación adicional por 23 puntos del PIB, que, en un periodo de 20 años suponen el 1,16% del PIB anualmente. En términos estrictos del Ahorro de familias y empresas cada año, un 1,16% del PIB tendrá que dedicarse adicionalmente a pagar impuestos para financiar la RB.
No obstante el cálculo anterior está hecho en términos estáticos, es decir, no incluyendo en el cálculo la posibilidad del crecimiento del PIB, planteamiento muy poco realista. Por lo que esta estimación no incluye la aportación que el crecimiento puede hacer la financiación de la RB. Si se incluye el crecimiento la estimación se altera muy sustancialmente, ya que, según el Cuadro 6 el mismo podría aportar el 14,1% del PIB y el reajuste fiscal sobre lo ya existente se reduce a 9,1 puntos del PIB o una reducción del ahorro de este importe o su equivalente de 0,45 al año durante el periodo de transición.
Es muy posible que a medida que avancen los años del periodo de transición, algunas familias no deseen renunciar a tan alto porcentaje de ahorro y decidan disminuir parcialmente su consumo para financiar parte de los impuestos debidos a la RB; en este caso la disminución del ahorro sería menor, pero no es posible estimar cuantitativamente en cuanto. Esta evolución sería favorable para el control de la inflación (véase más abajo).
Sin crecimiento Con crecimiento
Probable disminución del ahorro: en % PIB
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Ahorro adicional de las familias mas modestas -- probablemente positivo --
Disminución del ahorro de las familias mas ricas 1,16 0,45
Disminución del ahorro anual 1,16 0,45
Disminución del ahorro total en 20 años 23,20 9,10
Es sabido, también, que el ahorro privado se puede completar con el ahorro público, que podría compensar las deficiencias del primero. Sin embargo, el ahorro público se tiene que nutrir de los impuestos, por lo que no nos parece adecuado considerar que la población pueda pagar más impuestos además de financiar una parte importante de la RB. De aquí que no consideramos la posibilidad que el ahorro público pueda aumentar su contribución al ahorro total.
Ahora bien, lo que sí pueden hacer las autoridades económicas es estimular el ahorro privado a través de políticas imaginativas favorables al mismo (incentivos fiscales, campañas de publicidad, estabilidad de precios, política de vivienda vinculada al ahorro...); especialmente de aquellas capas de menores ingresos que ahora reciben la RB y que por sus bajos ingresos no tenían el hábito de ahorrar. Pueden diseñarse esquemas atractivos de ahorro para las clases modestas, que voluntariamente absorban parte de los fondos distribuidos como RB hacia el ahorro (no es verdad que la gente pobre no ahorra, cuando pueden les gusta ahorrar digan lo que digan las estadísticas).
De todos modos hay que señalar, también, un elemento adicional que orienta la disposición de los ingresos por RB en dirección contraria al ahorro. Y es la propia existencia de la RB. Si la población sabe que tiene unos ingresos asegurados durante toda su vida, a primera vista parece que no tendrá tanto interés en ahorrar para el futuro, sobre todo para la vejez. Lo que supone una incidencia negativa. No obstante, como la RB sólo permite un modesto nivel de vida, el desincentivo al ahorro puede no ser muy intenso. Podría incluso considerarse que tener ingresos asegurados durante toda la vida facilita un modesto nivel de ahorro para prever contingencias y mejorar el nivel de vida en la vejez. Estimar cuantitativamente el efecto final de todas estas nuevas situaciones en el ahorro, parece tarea bastante arbitraria. Aquí aparece, de nuevo, una gran ventaja de nuestro sistema de implantación progresivo de la RB, ya que sus efectos irán apareciendo gradualmente y será más fácil tomar medidas de política económica que los orienten en la dirección adecuada.
Evaluar el impacto de la RB en la inversión es probablemente una de las tareas más importantes a realizar para la evaluación de los efectos de la RB, puesto que de este elemento va a depender la creación de nueva riqueza. La incidencia de la RB en la Inversión depende de los siguientes elementos:
Impacto positivo de la RB en la inversión: debido al aumento de la demanda inducida por la RB. Si, como se observa en el tratamiento del Consumo, la RB lleva a un considerable aumento de éste, las expectativas de venta de los empresarios mejoran y es muy posible que esto conduzca a un aumento de la inversión. El impacto último en inversión adicional dependerá del grado de utilización de la capacidad instalada- si suponemos que hay mucha capacidad instalada ociosa no aumentará la inversión con la demanda, sino que revertirá en un mayor uso de la capacidad instalada, las expectativas de beneficio y otras variables, pero en condiciones económicas normales se puede suponer que la utilización de la capacidad instalada es también la normal y se puede aceptar que un aumento en la demanda, coeteris paribus, supone un aumento en la inversión:
RB Demanda Inversión
Impacto negativo de la RB en la inversión: en el apartado de Financiación se ha señalado como la riqueza existente ha de participar en la financiación de la RB y asimismo que la actividad económica adicional (el crecimiento) ha de ser transferida a la financiación de la RB, ambas mediante la imposición fiscal.(Ver Capitulo 3 en Financiación). Una parte importante de esta imposición adicional afectará a los beneficios empresariales que habrán de pagar mas impuestos. Por tanto, es muy probable que tenga un impacto negativo en la inversión. Sobre todo en el periodo de transición, si el beneficio neto del que van a disfrutar es menor al que están habituados (no olvidemos que los empresarios españoles están entre los que tienen tasas de beneficio más altas de la UE), es muy posible que no se apresten a impulsar la actividad empresarial y, especialmente la inversión. Es un efecto negativo de la RB que no se puede ignorar.
El impacto negativo se basa en dos razones:
Una. Disminuye el estimulo del empresario para la inversión. No es posible olvidar que el único objetivo de la actividad empresarial consiste en la obtención de beneficios; si estos disminuyen por una mayor presión fiscal directamente a los mismos o a la actividad empresarial, el estimulo empresarial para la inversión puede verse afectado muy sustancialmente.
Dos. Disminuyen los fondos internos disponibles para financiar la Inversión.
Ambos aspectos pueden tener un fuerte impacto negativo en la inversión privada sobre todo en el periodo de transición en el que la presión fiscal adicional se perciba, como son tan dados a hacerlo los empresarios, casi como una 'confiscación' de los beneficios. No se puede ignorar incluso la amenaza de una 'huelga de inversiones' para evitar la mayor presión fiscal necesaria para financiar la RB. De la reacción de los empresarios al aumento de presión fiscal depende la suerte de la inversión privada. Es bastante probable que, sobre todo en las primeras etapas de la implantación de la RB la inversión disminuya:
RB Presión fiscal en actividad económica y beneficios Inversión privada
No obstante, además del estimulo debido al aumento de consumo otros elementos pueden compensar en mayor o menor grado este impacto negativo. Hay que empezar por señalar que, en los planes de financiación elaborados en este trabajo, véase los Cuadros 3 y 6, se corresponden con lo que llamamos 'Armonización fiscal', es decir, con igualar la presión fiscal del Estado español a la media de la Unión Europea. Ello conduce a hacer varios comentarios:
En una primera etapa la fiscalidad adicional, en cualquier caso solo supone la equiparación de las empresas y la población española al grado de fiscalidad de la Unión ( a la que nos dicen nos hemos de aproximar). Es decir, hasta ahora la economía española ha disfrutado de una menor presión fiscal, que no ha revertido en cifras de inversión más alta que en los demás países de la Unión, y la propuesta para una primera fase que se realiza en este trabajo no supone más que equipararse a las condiciones de los demás países europeos. Por lo tanto, en esta primera etapa la fiscalidad adicional no tendría que incidir fuertemente en los fondos empresariales disponibles para la inversión.
Este aumento de imposición no grava de forma sustancial, ni el excedente empresarial, ni los beneficios. De estos 9 puntos, 3 corresponden a la imposición indirecta, que afecta a toda la población, 3 a la directa, y es bien conocida la injusta distribución de la imposición directa en España, donde la mayor parte de la tributación afecta a las rentas salariales, y los restantes 3 a las cotizaciones sociales, que son los que podrían tener un mayor impacto en los excedentes empresariales.
Si los empresarios consiguen trasladar a los precios la presión fiscal adicional, no disminuirían los beneficios, sino que la RB sería financiada en lugar de éstos por toda la población, que experimentaría un aumento en los precios de su consumo (ver Inflación). Como, aunque se pretenda evitarlo, en una economía básicamente de mercado, es probable que sea muy difícil evitar totalmente la traslación de los nuevos impuestos a los precios, una parte importante de la RB puede estar financiada por la totalidad de la población, lo que evitaría que el impacto en la inversión fuese tan acentuado.
Finalmente, si como hemos señalado en el Capitulo 3, la implantación de la RB conlleva una congelación de salarios, ello significa que la presión fiscal adicional es compensada con dicha congelación, por lo que el incentivo a la inversión no debería sufrir mayores consecuencias, o sufrirlas muy poco.
Nos encontramos aquí con un problema político de bastante envergadura al que ya se ha hecho también referencia en el capítulo de Financiación: en tanto en cuanto se acepte que la congelación de salarios y el aumento de precios financien la RB para que el incentivo a la inversión no sufra, esta constituirá una carga sobre los trabajadores en activo y la población en general, y la RB queda convertida en un proceso redistributivo entre distintos grupos de población, entre los cuales los consumidores, es decir toda la población sin distinción, y los trabajadores financiarían un ingreso para todos. Al incluir la RB a los grupos sociales de rentas más altas se podría producir el fenómeno que los trabajadores y la población en general (cuya mayoría percibe rentas modestas) estuviera financiando la RB para sí mismos y las capas de mayores ingresos. Lo que a todas luces es injusto y no es la propuesta que se pretende hacer aquí.
Por tanto, para una RB transformadora es imprescindible, como se señala también en el capítulo de Financiación, que una parte sustancial de la misma sea financiada por la nueva riqueza que crea la sociedad (el crecimiento) y por las capas sociales de mayores ingresos. Y esto ha de lograrse a través del sistema fiscal que absorba los recursos necesarios para la financiación. Del sistema fiscal que se establezca para financiar la RB depende que esta se cubra en una gran parte con los beneficios de las capas privilegiadas de la sociedad, aunque otra parte haya de cubrirse mediante la redistribución de los activos a los inactivos por medio de la congelación salarial y cierto aumento de precios que probablemente será indeseado pero inevitable.
De todos modos, es muy posible que el estímulo a la inversión por las empresas disminuya, probablemente tanto por razones políticas cómo económicas, especialmente en una primera etapa, cuando los propietarios del capital se resistan a ver tasados más fuertemente sus beneficios. No se debe ocultar que de la reacción de los empresarios respecto a sus decisiones de inversión depende en gran parte el éxito o fracaso, e incluso la mera viabilidad de la RB en su periodo de transición. Los empresarios que operen en Catalunya tienen que aceptar una imposición fiscal más alta sobre su actividad y sus beneficios para permitir una sociedad con mayor bienestar y más cohesionada socialmente hacia la que debemos caminar.
Sin embargo, existen algunos mecanismos de compensación para este problema: Es sabido que cuando la inversión privada disminuye el sector público puede, en principio, compensar dicha disminución. A pesar del neoliberalismo que trata de reestructurar la actuación del Estado y orientar sus gastos en una dirección que beneficie más directamente al capital privado[51] el sector público podría compensar la disminución de inversión privada mediante activos programas de inversión pública. Que no se deben y no queremos descartar. Una decidida voluntad de implantar la RB debería ir acompañada de programas complementarios de inversión pública. Y no sólo por compensar cuantitativamente el decrecimiento de la inversión privada sino por proveer de bienes públicos que mejoren la calidad de vida de la población.
No obstante, dado que es probable que en el periodo de transición se hayan de concentrar los recursos públicos en la financiación de la RB , en este trabajo no se prevé un aumento de la inversión pública en dicho periodo. Pero insistimos en que sería posible, y si se llegará a situaciones límite, no habría razones para no recurrir a la misma.[52]
Los mecanismos compensadores que se plantean en este trabajo son de otra índole. Precisamente previendo que la inversión privada es probable que disminuya, en el modelo fuerte de RB que se propugna aquí se establece que una parte de los fondos dedicados a la RB tenga una disposición colectiva dedicada a la inversión. Esta porción de uso colectivo debe compensar el efecto recesivo de la resistencia de los empresarios, de forma que el impacto neto en la inversión y por ende en la actividad económica sea mas reducido. Del importe total dedicado cada año a financiar la RB un 10% tendrá una disposición colectiva que habrá de dedicarse a la inversión en bienes públicos. Lo que sirve para compensar parcialmente la posible detracción de la inversión privada. Los cálculos orientativos son:
Distribución macroeconómica de la RB:
Renta Básica %PIB Anual %PIB
=====================================
Renta Básica 100 39 1,95
Disposición colectiva 10 3,9=4 0,20
Disposición individual 90 35 1,75
________________________________
Compensación en la inversión:
Actualmente: Formación Bruta de Capital Fijo, anual, media 20 20
Amortizaciones 10 10
Inversión neta (privada + pública) 10 10
__________________________________________
Con la RB:
Formación Bruta de Capital Fijo, anual, media 20 20
Amortizaciones [53] 10 10
Inversión colectiva RB 4 0,2
Inversión neta (privada + pública) necesaria 6 9,8
Déficit máximo posible en el periodo de transición 9,8
Es decir, que gracias a la inversión colectiva prevista, una vez completada la implantación de la RB, aunque la inversión privada y pública se redujese a su mitad, la diferencia en porcentaje de inversión no seria significativa; si, como es de esperar la reducción de la inversión privada no fuese tan acentuada, las inversiones totales podrían incluso aumentar. Lo que si es muy probable es que se produzca un importante efecto en la composición de la inversión, ya que ésta no irá dirigida a aquellos ámbitos donde produzca el máximo beneficio privado, forzando el consumismo, sino a inversiones de utilidad social, que mejoren la vida de todos los ciudadanos, por ejemplo en vivienda, transporte público, educación y salud, atención medioambiental, cultura y arte, etc. por no mencionar la mejora en desarrollo tecnológico en el que tan retrasados nos encontramos.
El problema parece mas grave para algunos tramos del periodo de transición, pero tampoco se presenta como insoluble: A causa de la implantación gradual de la RB, la aportación colectiva a la inversión solo puede alcanzar el 0,2% del PIB por año, por lo que el déficit en los primeros años podría parecer importante como lo refleja la segunda columna de la estimación que se presenta aquí, ya que todavía la aportación colectiva de la RB a la inversión no puede ser elevada y el déficit podría parecer alto. Sin embargo, la propia implantación gradual resuelve en parte el problema, ya que el paulatino establecimiento de la RB hace también que se requiera una menor cantidad de fondos para su financiación, por lo que la disminución de las inversiones no debería ser de tal magnitud. Solo una aguda resistencia política a la RB por parte de los empresarios podría conducirles a la temida recesión inversora desde el principio, pero no el importe de su financiación. De todos modos, este peligro debería llevar a intentar que los primeros años de implantación de la RB su financiación se realice por medio de aquellas fuentes de financiación que no supongan aumentos sustanciales en la fiscalidad, de forma que se retrase la financiación mediante nueva imposición fiscal o que esta se vaya implantando gradualmente hasta que la aportación colectiva que se pueda realizar por la RB cubra partes más importantes de la inversión.
Es fácil percibir que el problema se plantea principalmente en el primer periodo de implantación. Es decir se trata de un problema de tipo temporal y transitorio. Por lo tanto se podría utilizar alguna financiación específica para cubrir la falta de fondos para la inversión en dicho periodo, como, por ejemplo, una emisión especial de deuda pública. Si dicha emisión se realiza en condiciones que estimulen el ahorro de las capas sociales de bajos ingresos se podría dar el caso de que los propios recipientes de la RB suscribieran dichos títulos y financiaran una parte relevante de la inversión necesaria.
Además, durante el periodo de transición, se puede intentar manejar las fuentes de financiación en el tiempo, de forma que haya que recurrir a los nuevos impuestos para la RB bastante tarde en el periodo. De esta forma, la parte principal de los nuevos impuestos correspondería a los últimos años del periodo de transición, cuando el crecimiento económico permitiría ya que los fondos transferidos fuesen aquellos que corresponden al crecimiento, es decir, a nueva riqueza en lugar de una percepción sobre los niveles anteriores. De esta manera se podría intentar minimizar el impacto negativo en la inversión de la nueva imposición.
Una probable pregunta adicional es qué sucederá con la inversión en caso de implantarse una RB sólo en Catalunya ¿Es posible que los inversores, del estado o extranjeros, muestren su preferencia por otros ámbitos del Estado o de otros países? La respuesta no es sencilla. A juzgar por muchos comentaristas da la impresión de que la mínima diferencia en rentabilidad entre distintos territorios lleva al capital a desplazarse a la velocidad de la luz. Mucho más ahora en la era de la globalización. Pero no hay una constatación empírica de que siempre sea así. Es verdad que el capital considera todas las posibilidades para su localización, pero la consideración de la rentabilidad no reside exclusivamente en el nivel de costes. Si así fuera, todo el capital del mundo estaría concentrado en las zonas más pobres, cuando la situación es absolutamente la contraria. Las zonas más ricas y con mejores niveles de vida atraen a los capitales de forma mucho más integrada y permanente que en las áreas más pobres y de menores gastos. La proximidad a los mercados y las externalidades positivas son elementos por lo menos tan significativos en la localización de la actividad económica como la estricta cifra de costes. Las comunidades con alta capacidad productiva, eficiencia y una población más cohesionada y con mejores niveles de vida son capaces de atraer capitales a pesar de sus mayores costes. De hecho ya sucede así ahora. Hay muchos m´as capitales en el lado norte del Mediterráneo que en su costa sur, en Suiza que en Turquía, en Bélgica que en Bolivia. Apostar por una competitividad basada en la disminución de costes y el deterioro de las condiciones de vida supone apostar por un nivel de vida inferior. Catalunya, cuyos niveles de vida están entre los más altos de España, tiene ya costes más altos en muchos ámbitos, y sin embargo es una zona muy atractiva para el capital tanto del resto del estado como del extranjero, ¿por que habría de renunciar a seguir mejorando el nivel de vida de su población, por mor de una hipotética apuesta por una competitividad basada en un nivel de vida más bajo?. Si, además, la RB, constituyera un elemento importante más para una nueva estrategia económica como se postula más abajo, la potencia de la demanda interna estimularía fuertemente la inversión.
Por otra parte, la implantación de la RB en Catalunya podría ser un potente ejemplo y estimulo para que las poblaciones de las demás Comunidades Autónomas exigiesen de sus respectivos gobernantes y de los del estado la implantación de la RB a nivel estatal. Ya ha sucedido en otros aspectos como el PIRMI, que tampoco supuso que el capital se desplazara a otras áreas. De todos modos, el estímulo a otros campos debería estar basado en el interés en el mejor nivel de vida de todos los pobladores del estado y no por el temor a un rápido abandono por el capital de este país a causa de la implantación de la RB. Catalunya es rica y prospera y puede permitirse la implantación de la RB, en el momento que exista una correlación de fuerzas políticas adecuadas.
Es obvio que lo que suceda en el crecimiento depende muy directamente de la evolución de la inversión. Si los capitalistas que operan en Catalunya deciden reaccionar con agresividad y no invertir, el crecimiento puede resentirse significativamente.
Acabamos de señalar en el párrafo anterior la conveniencia de tomar las máximas precauciones para que tal cosa no suceda. Y se ha tratado de mostrar como los posibles problemas son más significativos en el periodo de transición que cuando se haya reestructurado la economía de acuerdo con las nuevas condiciones.
Por otra parte, la inversión no es el único elemento que determina el crecimiento. De hecho las cifras de FBCF no se corresponden paralelamente con el crecimiento, sino que otras variables, como la demanda tienen una mayor incidencia en el crecimiento. En el Cuadro A.8, se puede observar que la evolución de las tasas de crecimiento de FBCF no se corresponden ni linealmente, ni con un cierto desfase en el tiempo, con las tasas de crecimiento del PIB. Se trataría, por tanto, de intensificar políticas favorables al crecimiento en todos los demás aspectos para compensar los posibles efectos negativos del retraimiento en la inversión.
Un importante aspecto en este contexto lo constituye el desarrollo tecnológico. Es bien sabido que este constituye un elemento fundamental en el crecimiento, y, también, que el estado español es uno de los países de la Unión que dedica una menor cifra de su producto a la investigación. Un cambio en la proporción del gasto orientado a un desarrollo tecnológico adecuado, podría, quizá, compensar el retraimiento en la inversión material.
Y este precisamente es uno de los aspectos que podría intensificarse con los fondos de disposición colectiva que podría aportar la RB. Una investigación vigorosa dirigida a desarrollar una tecnología orientada a una producción sostenible (social y ambientalmente) parece bastante más probable con la RB que dejada en manos de la búsqueda de rentabilidad del sector privado.
Otro importante aspecto a tener en cuenta al evaluar el impacto de la RB en la actividad económica y el crecimiento, es que al liberar a la población de la imperiosa necesidad de lograr un empleo para sobrevivir, es muy posible que se estimule el desarrollo de energías creativas de por lo menos una parte de la población, que puede dedicarse a cosas que le interesan en lugar de verse obligado a tomar cualquier trabajo para subsistir. Es muy difícil evaluar el impacto de este cambio. Es posible que disminuya el crecimiento cuantitativamente, ya que éste sólo recoge aquello que transita por el mercado, pero ello no significa que la calidad de vida de muchas personas no mejore sustancialmente al dedicarse a lo que les gusta y por producir por si mismas bienes que les interesen.
A pesar de los esfuerzos por impulsar un desarrollo sostenible, es posible que el crecimiento se resienta en algunos momentos precisamente en el periodo inicial de transición. Algunos comentarios al respecto: por un lado, con frecuencia se atraviesan periodos de fuerte recesión motivados por otras muchas causas y que perjudican seriamente a la población; quizá no es tan importante ni injusto que en una ocasión la recesión sea motivada por una sustancial mejora del bienestar de la población. Por otra parte, esta posible recesión no debería tener consecuencias dramáticas para la población ya que en las nuevas condiciones el empleo no es la condición imprescindible para cubrir las necesidades básicas al estar aseguradas precisamente por la RB. Probablemente el impacto negativo en el crecimiento, si se produce, se percibiría más en las rentas del capital que en las condiciones de vida de la población. Que, por otro lado, es lo que permitiría generar y mantener una demanda agregada que constituye un importante elemento a favor del crecimiento. Con lo que el balance final permanece indeterminado.
Añadamos a esto que el modelo económico que se pretende con la RB (véase más abajo) no pretende privilegiar el crecimiento, sino la distribución. El crecimiento no debe ser un objetivo en si mismo, sino que es preciso preguntarse crecer para que, para quien, como. El tipo de sociedad que se propugna en este trabajo y para la que ha de servir de instrumento la RB, es una sociedad que no propugna en crecimiento sino el bienestar de la población. Ya se ha señalado que en los países ricos, como Catalunya, no tiene mucho sentido optar por el máximo crecimiento posible, sino por una mejora en la calidad de vida de sus habitantes. Si el proceso distributivo que supone esta última implica una tasa de crecimiento más lento, no habría porque alarmarse mucho. Más todavía si se tiene en cuenta que una de las razones que actualmente fuerzan a desear el crecimiento desde el punto de vista de los trabajadores es la necesidad de crear nuevos empleos y acabamos de señalar que, dado que la RB permite sobrevivir modestamente y la necesidad de empleo es menos perentoria, el amortiguar la tasa de crecimiento no debería ser un inconveniente principal. Por supuesto será necesaria una amplia tarea de formación de la población (incluidos los agentes económicos activos como los empresarios) para explicar lo que implica la RB, pero esta es posible.
Una sociedad más justa, equilibrada y armónica, con un crecimiento menor, puede ser más satisfactoria para el conjunto de la población que una de alto y rápido crecimiento y desigual distribución, que sólo favorezca a las capas de mayores ingresos de la población, y a los accionistas que quizá solo conocen el país por las referencias de sus cuentas de resultados.
Una breve referencia, también, a otros aspectos estrechamente relacionados con la inversión y el crecimiento, como son la competitividad y la eficiencia. ¿Que impacto puede tener la RB en estos elementos?
Para estimar este posible efecto, es necesario volver a un punto central de nuestro planteamiento: la RB no supone más que una redistribución de la riqueza producida, según unos parámetros distintos, por lo que, en principio, el proceso productivo no debiera experimentar alteración alguna. Sin embargo, con frecuencia se asocia la RB a una disminución de eficiencia a causa de su incidencia en las relaciones laborales: "Los sistemas de prestaciones sociales incondicionales se suelen asociar fácilmente a la reducción de incentivos en el trabajo, con la distorsión en los mercados laborales y como causa de ineficiencia" (Jackson, 1999,658). Lo que nos hace retornar al punto que comentábamos al referirnos al desincentivo para el trabajo, es decir, al supuesto de que todo el mundo (excepto, claro, al autor del comentario) sólo trabaja bajo presión, cuando no bajo el temor. Por ello, una mínima seguridad material lleva a relajar toda disciplina laboral, interés y responsabilidad en el trabajo e incentivos por su mejora. Planteamientos sobre los que no sabemos que exista ninguna constatación científica. ¿Supone esto que los altos dirigentes empresariales o políticos actúan siempre en función únicamente de sus ingresos?[54]
¿No es posible igualmente considerar que si la RB libera a las personas de la angustia de cubrir sus necesidades mínimas, quienes opten por un trabajo remunerado lo harán con mucha mayor libertad y, por tanto, interés y responsabilidad? ¿Por que no es realista suponer que la RB puede permitir el ejercicio del trabajo con mucha mayor responsabilidad, creatividad y, por lo tanto, eficiencia?. Es verdad que la RB obligará a los empresarios a que las condiciones de trabajo sean mejores, lo que puede encarecer el trabajo en el muy corto plazo, pero ¿en que evidencia empírica se apoyan quienes afirman que unas pobres y duras condiciones de trabajo mejoran la eficiencia? Con frecuencia, se tiene la impresión que la 'preocupación' por estos aspectos reside únicamente en que se pretende disponer de una mano de obra muy barata que cumpla su cometido sobre la base de la coerción material. ¿Pero qué o para quien es entonces la 'eficiencia'?. Si la RB hace que la eficiencia desplace su eje central de la disminución del coste laboral al bienestar de los trabajadores y la población, muy posiblemente aumente la eficiencia social del proceso productivo, aunque no tenga su traducción directa en los excedentes empresariales.
Una larga cita de Jackson nos permite enfrentar un aspecto más macroeconómico de este tema: "La idea de que los derechos sociales incondicionales son ineficientes surge de comparaciones con una economía competitiva hipotética, en la que los mercados poseen las propiedades de eficiencia que predice la economía neoclásica. Lo que supone olvidarse de que las medidas de apoyo social se proponen para economías con paro crónico... (Sin embargo) la actividad económica por debajo de su potencial es uno de los elementos esenciales de las economías capitalistas, a diferencia de otros sistemas alternativos... El objetivo (de la RB) no es suplantar o interferir con el empleo, sino compensar el paro en economías que operan casi permanentemente por debajo de su capacidad. El pago de unos ingresos garantizados mejorara la eficiencia macroeconómica si aumenta la demanda agregada e incrementa el empleo. La creación de empleo mejorara la eficiencia macroeconómica si permite a la gente aumentar su eficiencia por encima de cero [55] si aumenta su productividad por encima de cero y permite ganar rentas genuinas" (Jackson, 1999, 659).
Ya se ha señalado también mas arriba que la RB puede implicar una estabilidad salarial o incluso una congelación de los salarios nominales. Si así fuera, ello conduciría a un aumento no solo de la eficiencia sino también de la competitividad empresarial. Se argumentará que debido a los impuestos a la actividad empresarial para financiar la RB los costes aumentarían. Pero esto es así si no se está dispuesto a redistribuir el excedente empresarial. Un ejemplo simplificado al máximo, casi una caricatura, puede ayudar a explicarlo:
Estructura de costes empresariales Sin RB Con RB
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Costes de instalación y materiales 50 50
Salarios 100 100
Impuestos 10 90
Excedentes empresariales/Beneficios 100 20
Son los excedentes empresariales los que son redistribuidos, lo que no tiene porque afectar a la eficiencia ni a la competitividad del producto; que, incluso puede mejorar. Sólo si se pretende mantener estos como anteriormente, entonces el producto sería mas caro. Pero en el planteamiento de este estudio ya se ha señalado que se parte de una fuerte redistribución de la renta que altera a quien va la misma, pero no al proceso productivo en si mismo, y por tanto ni a la productividad, ni a la eficiencia ni a competitividad, a menos que los empresarios pretendan mantener los beneficios anteriores sin alteración.
En una primera aproximación, la inflación se presenta como un peligro importante durante el periodo de implantación de la RB. En el apartado de Consumo se establece que los perceptores de rentas más bajas aumentarán su consumo con la percepción de la RB y que los consumidores con rentas más altas no lo disminuirán. El aumento total en el consumo, junto con la correspondiente disminución del ahorro privado que hemos considerado implicará su financiación, en principio, debería conducir a un aumento en la demanda total que ejercerá una sustancial presión inflacionista y puede conducir al aumento de precios.
Afortunadamente una vez más el establecimiento gradual de la RB hace que el impacto en el consumo sea paulatino y el aumento de éste en lugar de conducir a un aumento explosivo de precios pueda dirigir la economía hacia una coyuntura expansiva que impulse la iniciativa empresarial y el crecimiento.[56] Si se estima que el crecimiento anual puede estar como media en torno al 2,0% y en este trabajo se establece que en el periodo de transición la RB que se conceda cada año consista en un 2,0% del PIB, el impacto inflacionario debería quedar muy debilitado o ser inexistente.
No obstante no se quiere obviar aquí el peligro inflacionario que puede representar la implantación de la RB y se va a considerar a continuación. En particular estudiando, siquiera sea brevemente, las medidas de política económica que deban establecerse para compensar la probable presión inflacionaria. ¿Cuales pueden ser éstas?
Aparecen aquí rápidamente los problemas que causa a una economía específica la desaparición de la política monetaria a nivel estatal. Si se hubiera dispuesto de la misma, es obvio que uno de los instrumentos compensatorios utilizados hubiera sido una política de austeridad monetaria para equilibrar la expansión motivada por el aumento en el consumo, pero esta es una vía ya cerrada por nuestra pertenencia a la Unión Económica y Monetaria, por lo que no es pertinente dedicarle una mayor atención. Si algún día la RB se establece en toda la Unión Europea, se podría recuperar el instrumento de la política monetaria para ayudar a reducir el impacto inflacionario de la misma.
Tampoco podemos recurrir a la disminución voluntaria del consumo privado de las capas de población de rentas más altas por dos razones: por un lado, porque hemos partido aquí del supuesto que este no iba a disminuir y, por el otro, y más significativo, porque no es realista suponer que se vaya a dar tal evolución. Las capas de altos ingresos no tienen motivación alguna para disminuir su consumo porque las capas de ingresos menores lo aumenten, por lo que no es útil especular con tal desarrollo.
La pérdida de política monetaria reduce los mecanismos de política económica compensatorios a:
· Un impulso a las importaciones; es decir, compensar el aumento de consumo con mayores importaciones que impidan el aumento de precios. El aumento de importaciones para el consumo se está dando permanentemente en la economía española, especialmente desde nuestra integración en la UE, debido sobretodo a la liberalización comercial y el carácter transnacional de los nuevos sistemas de distribución de bienes de consumo (grandes superficies). Es muy probable que un aumento en el consumo se tradujese automáticamente sin problema alguno en un incremento del suministro de bienes desde el exterior. No obstante, ello conduciría a un aumento en el déficit comercial del país (importaciones mayores que exportaciones), que es ya sustancial y que no se debe ignorar. Sin embargo, dado que la apertura comercial es uno de los ejes centrales de la globalización actual y la política económica neoliberal que la misma implica, y se está impulsando de todas formas sin tener en cuenta el déficit exterior que la misma implica, no va a ser precisamente la RB la que se va a frenar por consideraciones de déficit externo cuando en ningún otro caso se le considera un problema. A pesar de esto, en nuestra opinión el recurso al aumento de importaciones debería ser considerado de forma temporal y debería ser sustituido gradualmente por la producción interna.
· La más obvia y satisfactoria es, sin duda, el estimulo a la producción interna. El aumento de consumo motivado por la RB, si es acompañado de una política económica inteligente e innovadora, podría ser una magnifica oportunidad para impulsar la producción en el estado, lo que generaría una coyuntura alcista y puestos de trabajo adicionales, lo que conduciría a un círculo virtuoso de impulso al crecimiento, competitividad y eficiencia que, además, vendría basado en un consumo de las clases populares. Más todavía, este impulso a la producción interna, al aumentar la escala de producción, podría estimular y hacer más competitivas las exportaciones, lo que facilitaría el equilibrio de la Balanza Comercial.
No obstante, esta vía requiere tiempo y recursos adicionales, entre los cuales no es el menor una adecuada visión de futuro, y, por ello, no quedará más remedio que intentar impulsarla al mismo tiempo que se recurre a otros instrumentos que pueden ser implementados en menor plazo. Pero sin ignorar que, en el horizonte a medio plazo, una solución genuina e integral al aumento de consumo debe venir por el correspondiente aumento en la capacidad de producción:
· Estímulo al ahorro y al consumo colectivo. Aunque en nuestros cálculos hemos estimado el crecimiento del consumo por persona, entre otros motivos debido a las limitaciones impuestas por los datos disponibles, ello no implica que se considere que la RB deba dedicarse exclusivamente en su totalidad al consumo individual. El elemento importante es establecer que el perceptor de la RB puede hacer con la misma lo que considere oportuno, pero ello no es óbice para plantear medidas de PE que estimulen que, por lo menos para los que no son muy pobres, el importe de la RB pueda ser parcialmente orientada al consumo colectivo y/o al ahorro. Esto requerirá de programas de ahorro popular de fácil disponibilidad de los fondos ahorrados y recompensas monetarias atractivas (tipos de interés), pero su diseño no parece que debería superar la capacidad innovadora de unos agentes económicos que en pocos años han transformado la escena financiera con nuevos instrumentos de ahorro e inversión. Lo único necesario es que cambien la orientación de las nuevas figuras financieras de lo que es deseado por los inversores y especuladores financieros que buscan sólo el beneficio a corto plazo, a los ahorradores populares que tratan de lograr una provisión para su futuro y el mantenimiento de la capacidad adquisitiva de sus ahorros. Por ejemplo, esquemas innovadores de ahorro voluntario gestionados por mecanismos colectivos tutelados por el Estado, podrían generar un importante ahorro incluso entre los perceptores de rentas modestas y ser integrados en programas públicos de pensiones, constituyendo sistemas mucho más justos que las actuales desgravaciones fiscales a los fondos privados de pensiones.
Hemos dejado para el final el instrumento fiscal, que consiste en compensar el aumento en el consumo privado con el ahorro público. Aunque en una primera consideración parece que esta podría ser una opción importante, inmediatamente se comentará también en una considerable limitación que presenta precisamente en relaciono con la financiación de la RB.
El aumento de ahorro público requeriría superávits presupuestarios que pueden alcanzarse mediante dos vías alternativas:
· La disminución del gasto público. Por supuesto, en este trabajo no se pretende que el gasto social disminuya, ni tampoco el gasto público necesario para la gestión de la vida colectiva, pero existen algunos gastos públicos que se podrían proponer reducir drásticamente. Por ejemplo, el gasto en armamento y militarismo y los gastos suntuarios del Estado.
· La otra vía para aumentar el superávit sin alterar otros elementos significativos, es a través de un aumento de impuestos que afecte principalmente al consumo suntuario de las capas de ingresos medios y altos y altos de forma que indujese a reducir el primero. Ello requiere probablemente de impuestos sobre bienes y actividades específicos de estas clases sociales (algo similar al antiguo impuesto de lujo de ciertos bienes), gravando el consumo de los mismos. No faltan candidatos a estos impuesto: la imposición sobre viajes y turismo (existente ya modestamente en Baleares y que el autoritario gobierno central trata de abortar, pero no por ello menos posible), ciertos tipos de deportes (golf, navegación en cierto tipo de embarcaciones, fichajes de deportistas muchas veces multimillonarios...), compra de artículos de alto lujo (algunos automóviles, joyas, pieles...), impuestos dirigidos a salvaguardar el medio ambiente (sobre circulación de automóviles para favorecer el transporte público,[57] sobre emisiones de productos contaminantes...), etc.; por no mencionar otros impuestos sobre la especulación sobre pisos vacíos, o de carácter internacional como la llamada tasa Tobin. Por otra parte, dado que el estimulo al consumo puede ser bastante intenso y generar un aumento en la actividad económica y los beneficios, podría aumentarse el gravamen a los beneficios empresariales.
Pero hay que considerar una importante limitación al referirnos a la utilización de los superávit públicos como mecanismo de contención del consumo. Ello supone esterilizar los fondos que constituyen el superávit publico para compensar el aumento de consumo privado. Mientras que en el Capitulo 3 se hace referencia a los mismos impuestos como mecanismo de financiación de la RB. Es obvio que no se pueden utilizar estas medidas en las dos direcciones: o se opta por utilizarlos como mecanismos de financiación, redistribuyendo los ingresos públicos obtenidos a través de los impuestos como RB, o se opta por utilizarlos para contener el consumo, en cuyo caso debe producirse un superávit no utilizado. Dado que es posible que sea necesario utilizar todos los nuevos ingresos par financiar la RB, no es fácil que se produzca dicho superávit, pero ello no es obstáculo para que, si se considera que el peligro de la inflación es muy acentuado, no pueda recurrirse al mismo.
Una palabra final acerca del peligro que supone la inflación o, por lo menos, ciertos grados de inflación. Desde el último tercio del siglo XX se esta generando un ambiente social en el que parece que el peligro mayor para el bienestar de las poblaciones está constituido por la inflación. Pero es necesario matizar esta orientación:
· Por supuesto que una inflación muy acusada (por encima de dos dígitos), o una inflación galopante (por encima de tres), constituyen situaciones muy peligrosas para la gestión de las economías y el bienestar de las poblaciones, ya que en dicha circunstancia toda valoración monetaria deja de tener sentido y la vida económica se hace imprevisible e inmanejable; pero no se puede decir que sucede lo mismo en términos generales para cifras de inflación moderadas, en economías estables, donde incluso puede considerarse que una inflación en torno a 5 puntos puede facilitar muchos de los ajustes necesarios y estimular el crecimiento. No otra fue la situación de los años sesenta en el Estado español. La intensísima presión ejercida actualmente sobre las economías desarrolladas para alcanzar la estabilidad de precios casi total es debido a dos elementos: por un lado, al carácter de competitividad global que se pretende implantar en sus economías, cuando efectivamente cualquier tasa de inflación dificulta la competencia en el exterior, y, por el otro lado, a los intereses del capital financiero, actualmente dominante y que no está dispuesto a permitir ni la menor eventualidad de deterioro de sus enormes flujos financieros que recorren el mundo buscando beneficios y pueden sufrir grandes pérdidas a causa del deterioro de su valor que implica la inflación. Pero en países con una economía saneada y un mercado interno desarrollado (el grado de apertura de la economía española incluyendo a los países de la Unión como 'extranjero' está en torno a un 30%, y el de la UE en su conjunto no llega al 10%) un grado de inflación moderado no es una catástrofe como se nos pretende hacer ver. Una implantación gradual de la RB con una política económica compensatoria, debería ser capaz de mantener la inflación durante el periodo de transición dentro de márgenes manejables y conducentes a su superación en el período.
Incluso el peligro de una inflación temporal de grado medio como sería la que pudiera suponer la implantación de la RB no debería ser un obstáculo a la implantación de la misma. No es imposible ni descabellado considerar que el crecimiento que la misma impulsaría, junto con una política activa e imaginativa que la compensara, permitiría estimular en lugar de deteriorar la actividad económica, hacer que el aumento de precios fuera sólo temporal y equilibrar la pérdida de competitividad con el exterior.
Se ha dedicado el Capitulo 4 de este trabajo a la consideración del impacto de la RB en el mercado laboral, y al mismo nos remitimos. En este apartado nos limitaremos a un breve análisis de lo que puede suponer la implantación de la RB en los salarios.
La incidencia de la RB en los salarios, como en otros elementos que hemos estudiado hasta ahora, puede tener un aspecto que conduzca a su aumento y otro que lleve a su constancia y disminución en términos reales.
Tendencia al aumento. Es posible que los trabajadores que tienen salarios muy bajos, o empleos para realizar tareas desagradables, con malos horarios o condiciones de trabajo muy duras, ante la existencia de la RB abandonen sus empleos o exijan salarios superiores por los mismos. Por otra parte, es posible también estimar que a los trabajadores con salarios bajos la implantación de la RB no les lleve a exigir un gran aumento salarial, debido a que estos trabajadores al aumentar los ingresos familiares debido a las personas inactivas que percibirían ahora la RB, no insistan tanto en la necesidad de un aumento salarial. Sin embargo, en este trabajo optamos por el primer supuesto y vamos a suponer que los trabajadores con bajos salarios van a exigir un aumento salarial.
Por el contrario, no es probable que a los trabajadores con salarios superiores la RB les impulse a exigir aumentos de salarios. En todo caso, es probable que sus ingresos familiares totales aumenten al implantarse la misma a causa de los miembros de la familia que no estaban integrados en el mercado laboral. Pero no parece realista suponer que los trabajadores con salarios medios o altos vayan a exigir aumentos salariales a causa de la RB que sólo permite ingresos muy modestos. Por lo tanto, suponemos que los trabajadores con salarios más altos no pretenderán aumentarlos a causa de la RB.
¿Que grupos de trabajadores se pueden clasificar en una u otra categoría? En el Cuadro 14 se ha realizado ya una estimación acerca del abandono del mercado laboral. Aquí nos fijamos en la incidencia en los salarios, partiendo de la información contenida en los Cuadros 13 y A. 21. Según tal información oficial, todos los hombres activos perciben por lo menos dos veces el importe de la RB por su actividad laboral (excepto los que están en las Fuerzas Armadas y esto ha cambiado ahora) e incluso las mujeres menos pagadas superan la cifra de la RB. Por lo tanto, no van a ser muchos los activos que exijan un aumento de salario a causa de la RB.
No obstante, vamos a seguir suponiendo: Si debido a la RB las personas que cobrasen poco por su trabajo exigiesen un aumento de salario para continuar con el mismo, más algunas personas que aunque cobrasen más prefiriesen el ocio y exigiesen un salario más alto para seguir trabajando, considerásemos que todas las personas que cobrasen por debajo de dos veces la RB exigirían un aumento salarial nos encontramos que ningún trabajador está en tal situación que afectaría, sin embargo, a más de 425.600 mujeres trabajadoras (más del 44,8%), que no alcanzan un salario doble al del importe de la RB. Dado que es también muy probable que sean las mujeres las que prefieran quedarse en casa si existe la RB, es posible concluir que la implantación de la RB puede tener consecuencias importantes para el nivel salarial de las mujeres peor pagadas, impulsando sus salarios al alza.[58] Lo que en términos de equidad y disminución de la desigualdad es un elemento muy positivo, mientras que su repercusión en los costes totales podría ser absorbible debido al bajo nivel de partida de los salarios actuales.
Tendencia a la constancia salarial o disminución del salario real en el tiempo. En el apartado de Financiación ya se explicaba que durante el período de implantación de la RB no debía descartarse una congelación salarial que sirviera para vehicular hacia la RB en lugar de hacia la remuneración de los activos el aumento de riqueza social (el crecimiento). Esto supondría una disminución de costes laborales a medida que aumentase la productividad, que ampliaría el excedente empresarial permitiendo financiar con el mismo una parte sustancial de la RB. Por supuesto, ya se señalaba también en aquel apartado que este sistema habría de ser muy transparente, con un sistema fiscal adecuado y controlado por los agentes sociales para que la congelación salarial no se desviase hacia el aumento de beneficios sino sirviera para su objetivo explícito.
En este caso, el coste salarial iría disminuyendo durante el período de transición en todos aquellos salarios que no fuesen los de las mujeres a que nos hemos referido en el párrafo anterior. Al ser mucho más numerosos y de importe muy superiores a aquellos, en balance el coste salarial debería disminuir en el tiempo para facilitar la financiación de la RB. Ya se ha señalado que en el límite, podría liberarse un 1,00% del PIB anualmente para la financiación de la RB. La proporción a financiar entre congelación salarial que permite absorber la nueva riqueza y los nuevos impuestos sobre los beneficiarios de la riqueza ya existente dependerá sin duda de la correlación de fuerzas existente. Una mayor fuerza de los trabajadores permitiría algunos aumentos de los salarios más bajos o de las profesiones más solicitadas, mientras que una fuerte resistencia a los nuevos impuestos de los poseedores de la riqueza forzaría a utilizar todo el crecimiento para la financiación de la RB. En el capítulo de Financiación ya se han señalado cuales son las opciones al respecto de este trabajo.
En resumen, por tanto, es muy probable que los costes salariales disminuyesen con la implantación de la Renta Básica.
Una vez superada la fase de transición, los nuevos aumentos de riqueza habrían de distribuirse, entonces a través de los aumentos salariales. Pero en el proceso, habría disminuido el nivel salarial para ser sustituido por una distribución social debido al derecho de ciudadanía. Aspecto que se considera aquí muy positivo, ya que, por un lado, sirve para reconocer que el proceso productivo abarca muchos más ámbitos que estrictamente el trabajo directo para el mismo y, por el otro, materializa el principio de que es justo que toda persona que forma parte de una sociedad disponga de los recursos básicos necesarios para sobrevivir en la misma con dignidad.
Después de todo lo que se ha dicho hasta, ahora este apartado casi parece innecesario. No obstante, creemos que, además de los aspectos destacados en los capítulos anteriores respecto a la mejora de condiciones específicas en el consumo, las condiciones laborales, el estado del bienestar, etc. puede ser útil una breve referencia general al bienestar que puede generar la RB que sirva, al mismo tiempo, para completar la consideración de la misma y de confirmación de las ventajas que, de forma mas teórica, se han listado para la RB al principio de este trabajo.
A este estadio, debería estar claro que la RB supondría una mejora muy sustancial en la situación material de la mayoría de la población. Especialmente, como ya se ha dicho repetidamente, por la desaparición de la incertidumbre acerca de la percepción de los ingresos básicos necesarios para vivir. La seguridad acerca de la posibilidad permanente de cubrir las necesidades básicas , cualesquiera que sean las condiciones que la vida depare, constituye una mejora tan sustancial para la mayoría de las personas que es muy difícil sobrestimar su importancia. No parece exagerado afirmar que implica una nueva forma de plantearse el universo material que ha supuesto el marco de la vida de la humanidad hasta ahora.
Esta forma de asegurarse la provisión de las necesidades materiales, además, implica la total independencia de cada persona. Al consistir en una prestación individual la dependencia material entre seres humanos desaparece, de forma que nadie puede utilizar el arma material para obligar a otra persona a subordinarse contra su voluntad. El no depender de nadie para la sobrevivencia material hará a las personas mas independientes y libres, mas dueñas de su propia vida. La convivencia, los lazos de afecto o de amistad, se verán felizmente desposeídos de toda connotación material y las personas optaran libremente por vincularse o no a otras.
Se ha señalado repetidamente, también, que al constituir un derecho universal elimina todo tipo de connotación negativa hacia esta prestación. Es un derecho igual para todos lo que lleva a aceptarlo sin ningún tipo de estigma social.
Este importante avance en la seguridad material, además, mejorara mas la suerte de las capas de población más débiles en términos materiales. Si bien la preocupación por la solución de las necesidades materiales del futuro acompaña a todas las personas que se tienen que ganar la vida con su trabajo (e incluso a algunas que disponen de capital), es bien sabido que afecta mucho mas intensamente a las mas pobres, cuya preocupación principal permanente consiste en como podrán ganarse la vida. De aquí que la RB conlleva también una fuerte componente de distribución de la renta y de mejora social que no habría que ignorar.
Solo las personas con rentas altas verían estas disminuidas por el aumento de presión fiscal necesaria para poder financiar la RB, pero es muy probable que ello no afectase sus altos niveles de consumo actual, o solo marginalmente sino, en todo caso, su capacidad y velocidad de acumulación de riquezas. Aspecto que ha de considerarse positivo para avanzar hacia una sociedad mas justa. La RB contribuirá a hacer sociedades mas justas e igualitarias.
Sin embargo, ya se ha señalado anteriormente pero puede ser conveniente repetir, que no hay que considerar a la RB como un sustituto de todas las prestaciones sociales, o como la panacea que resuelve todas las necesidades de las personas, o, mucho menos como el eje central de la organización social. La RB tiene como objetivo inmediato cubrir las necesidades materiales básicas de las personas y, al hacerlo, elimina la incertidumbre material de las mismas lo que puede dar lugar a amplias transformaciones sociales. Lo que no es poco, pero no puede hacer mas. La ciudadanía seguirá necesitando otras prestaciones públicas, como sanidad, educación, y asistencia social, las personas podrán seguir siendo felices o desgraciadas, generosas o egoístas, libres o dependientes...
En este contexto vale la pena detenerse a señalar una importante característica de la RB consistente en que la misma, en principio, no implica alterar las relaciones sociales de producción que están en la base del injusto sistema social en que vivimos. La RB supone un proceso de redistribución de la renta que, teóricamente, es compatible con el sistema capitalista. Incluso según ciertas interpretaciones de la misma, puede contribuir a reforzarlo y consolidarlo ya que vendría a resolver las mas acuciantes injusticias y la pobreza. En si misma, no implica la transformación del sistema de producción base de una injusta distribución. Lo que supone que la sociedad en su conjunto habrá de seguir buscando formas alternativas de organización social y política participativas que le permitan en todo momento ser agentes de su propio desarrollo.
Dicho esto, merece la pena volver a insistir en que, a pesar de ello, la RB tiene un gran potencial transformador si este es el objetivo deseado. La RB supone una profunda redistribución de la renta por medio de un sistema universal e igualitario, que, no solo afecta de forma muy penetrante a los niveles materiales sino que permeabiliza a otros muchos aspectos de la vida social. De forma que tras la RB las relaciones entre los agentes económicos y las personas, cambiarían en muchos aspectos. En la realidad, no es posible visualizar la implantación de la RB y la continuidad de la sociedad actual en los mismos términos. La RB implica una profunda transformación social, y como tal ha de contemplarse y no en términos de pequeñas modificaciones marginales al sistema actual.
Todavía más, en este trabajo no solo se considera a la RB como un instrumento de transformación social si se consigue, sino también como un poderoso instrumento de actuación en el proceso de dicha transformación. La reivindicación por una renta básica puede conducir a poner de relieve las características principales de la sociedad actual, con su injusticia intrínseca, y a movilizar unas potentes fuerzas sociales que propugnan su cambio en la dirección de una sociedad mas justa, armónica y equilibrada. La movilización por la RB puede constituir un potente instrumento para cooperar con y para formar parte de las fuerzas sociales que pretenden avanzar en esta dirección.
La RB supone un cambio de alcance en la organización social que, además, podría constituir un elemento poderoso para lograr un cambio de modelo en relación con la actual organización económica y social, de acentuado carácter neoliberal y donde lo que dirige la actuación de los agentes económicos relevantes esta basado únicamente en la obtención de altos beneficios para sus capitales.
La RB podría facilitar, y a su vez su implantación verse facilitada, por el establecimiento de una estrategia económica alternativa. Nos estamos refiriendo a lo que han venido a denominarse modelos autocentrados, donde la competitividad global, la hegemonía del capital financiero y la política económica neoliberal, que constituyen los ejes de la estrategia actual, se ven sustituidos por estrategias de actuación y política económica basadas en la consideración de la demanda interna como línea central del crecimiento económico, con una amplia programación social de la vida económica y unas transacciones exteriores reguladas. Que no suponen, ni remotamente una economía cerrada, y mucho menos la autarquía, sino la regulación del ámbito exterior en función del objetivo interno del bienestar de la población.
Este tipo de modelos son posibles, incluso en una etapa del capital tan internacionalizado como la actual,[59] si se acepta que las sociedades han de regirse por el bienestar de su ciudadanía mas que por el beneficio de los capitales globales. Los capitales internacionales han operado durante muchos años en sociedades estrechamente reguladas donde la acumulación de capital proseguía sin problemas. Lo que sucede actualmente es que la composición de fuerzas es favorable al capital y este aprovecha para establecer el modelo mas propicio a sus intereses. Pero no debe considerarse que es el único posible.
Entre otros muchos aspectos que no podemos recoger aquí, un modelo auto-centrado supone:
· Asegurarse que todas las personas disponen de los medios suficientes para cubrir sus necesidades básicas, bien por medio del empleo u otros sistemas de ingresos, lo que permite vincularlo inmediatamente a la RB.
· Implica que la demanda interna generada por el consumo de la población sea el elemento motor del crecimiento, en lugar de un sistema de competitividad global inaccesible a la política económica interna y que conduce a los trabajadores del mundo entero a competir entre si. Como la RB favorece el aumento de la demanda, constituiría un elemento clave para potenciar un modelo de desarrollo autocentrado: El aumento estable de la demanda permite reorientar la producción interna, consolidando el tejido productivo y haciendo menos dependiente la economía de las incertidumbres externas. Como resultado se generará un aumento del nivel de empleo. Lo que muestra, además, que la RB no es contradictoria sino complementaria con la preocupación por el empleo.
· Pero no habría de ser un modelo consumista sino un modelo sostenible; lo que se vería favorecido por unas rentas básicas tendentes a fomentar un modelo de consumo responsable, con una participación destacada en el mismo de bienes de consumo público y colectivo.
· Se considera que el trabajo constituye una aportación fundamental de parte de la población al proceso productivo y para la vida social; no obstante nadie se vera obligado a trabajar para subsistir y las relaciones de empleo potenciaran la compatibilidad con la vida personal: jornada laboral corta y regular, buenas condiciones de trabajo y salarios dignos en relación con la riqueza socialmente producida. Se potenciara toda actividad personal voluntaria y la inserción social de la población por medio de actividades creativas e innovadoras.
· Las relaciones externas se regularían en función de las necesidades del bienestar interno, de forma que las importaciones y exportaciones de mercancías y capitales fuesen subordinadas a las necesidades de la población (entre ellas a la voluntad de empleo, el desarrollo tecnológico, la potencialidad productiva, el equilibrio regional) en vez de que, como ahora, se considerase a las exportaciones como punta de lanza del crecimiento.
· Se considera que este modelo estaría basado en una amplia y democráticamente establecida programación económica, que establecería la orientación de los ejes centrales y variables clave de la vida economía articulando con el capital privado, sin excluir al capital externo, la operación de amplios segmentos de la economía, siempre que ello fuera compatible con el bienestar de la mayoría de la población.
¿Utópico? Puede parecerlo. Pero ello implica ignorar que la vida social es un elemento extremadamente dinámico que puede, también, cambiar con relativa rapidez. Nadie esperaba una caída tan veloz de todo el sistema soviético, ni una crisis tan absurda creada por la especulación financiera en el sudeste asiático, ni una adscripción tan acelerada al capitalismo, por lo menos en términos económicos, de China, ni la reaparición del poder islámico o un ataque tan duro en Estados Unidos como el que ha experimentado en Septiembre del 2001, ni el aparente giro de 180 grados que ha supuesto la respuesta económica del presidente Bush a la recesión actual, impulsando una enorme ayuda económica a las empresas frente a la retórica anterior de inhibición[60]... No puede haber la menor duda que el mundo no ha llegado al final del cambio sino que este continua y, además, fuertemente acelerado.
En este trabajo se considera que la presión de la ciudadanía por una sociedad mejor ha conducido en la historia y puede conducir en el futuro a cambios muy sustanciales en las formas de organización social. En diciembre del 2001 se ha celebrado en España el setenta aniversario del voto a las mujeres, no muchos años antes se concedió el voto a los no propietarios de riqueza. Voto, educación, sanidad, e incluso una asistencia social, aunque mínima y vergonzante, se consideran hoy derechos inalienables de la ciudadanía de los países ricos. La aceptación de la situación actual como definitiva supondría renunciar al avance hacia sociedades mas humanitarias y, lo que es peor, supondría caer en el enorme error de considerar que se ha llegado a un punto inamovible de la historia. Si no se trabaja por avanzar conjuntamente hacia sociedades mas justas y armónicas, estaremos aceptando el retroceso histórico, porque si hay algo seguro es que las sociedades no se detienen.
La precariedad en el mundo del trabajo, la falta de empleos para toda la población , la pobreza y el aumento de las disparidades sociales en las sociedades ricas impulsan la búsqueda de modelos alternativos de distribución de la renta no necesariamente basados en la actividad laboral; al mismo tiempo, la constatación de la riqueza de las sociedades centrales en las que vivimos llevan a la ciudadanía a considerar posible la exigencia de una seguridad de ingresos que garantice que se cubran las necesidades básicas. Son dos fuerzas en contraposición: la de la búsqueda de los beneficios para el capital con la consiguiente subordinación al mismo de la sociedad, frente a la búsqueda de una organización social que garantice los recursos para sobrevivir. Afortunadamente, el triunfo de la primera ni es permanente ni esta garantizado. Constituye una mayor utopía pensar que un sistema capitalista globalizado como el actual puede conducir a unas sociedades satisfactorias para todos sus miembros, que el considerar posible la implantación de la RB.
Ver Esquema 5.- Impacto de la Renta Básica en el bienestar de la población y en las principales variables económicas (pinchar Atrás para volver a esta página)
Notas
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